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María Isabel Arbesú García
Universidad Autónoma Metropolitana [email protected]
Javier Loredo Enríquez
Universidad Iberoamericana
[email protected]
Miguel Monroy Farías
Universidad Autónoma Metropolitana
FES-Iztacala, UNAM.
[email protected]
Alternativas Innovadoras en la Evaluación
de la Docencia
Resumen
Se presentan una serie de estudios con un eje común: priorizar el
uso formativo de la evaluación de la docencia en la medida que incorpore
la participación del docente en la mejora de la enseñanza.
Las experiencias van de la aplicación de cuestionario a los alumnos
a los talleres de profesores así como el reto futuro que representarán
los cursos en línea.
Palabras clave: Docencia, evaluación, métodos de enseñanza.
Abstract
Several studies with a fundamental idea in common are presented: prioritising
the formative use of teaching evaluation as long as it incorporates the
participation of the teacher himself/herself in the improvement of teaching
performance. Experiences include from questionnaires filled by students
to teacher workshops. The challenge posed by on-line courses is also
dealt with.
Key words: Teaching, evaluation, methods.
Los trabajos que aquí se exponen forman parte de diversos proyectos
de investigación institucionales, algunos de ellos realizados
como tesis de posgrado. Cada experiencia es distinta en virtud de que
se realiza en un marco institucional específico (público
o privado) y debido a que cada una desarrolla una concepción metodológica
y teórica peculiar; todas intentan priorizar el uso formativo
de la evaluación de la docencia y consideran indispensable la
participación y opinión de los profesores para la mejora
de la enseñanza.
El primero desarrolla la propuesta de un sistema de evaluación,
tomando como eje central el cuestionario de opinión que se aplica
a los alumnos. Las siguientes cuatro experiencias de investigación,
desarrolladas como taller con los profesores, resaltan la participación
y la reflexión; la última muestra el reto de nuestros días
y a futuro lo que implicará la evaluación de la docencia
en los cursos en línea.
Propuesta para la evaluación formativa y humanista de la práctica
docente
Esta propuesta se desarrolló en el contexto de una universidad
privada. El proyecto en su momento fue institucional y contó con
todo el apoyo de las autoridades para su realización.
El objetivo del estudio fue diseñar un sistema de evaluación
de la práctica docente con carácter formativo y humanista,
considerando como fuentes de información la opinión de
maestros y alumnos, así como la del contexto institucional.
Para el diseño del sistema se plantearon tres directrices: a)
El docente como persona. Este planteamiento centrado en lo humano parte
de una preocupación basada en la preservación de la dignidad,
autoestima e individualidad del profesor, reconoce en él a una
persona con expectativas e intereses y emocionalmente involucrada. El
instrumento más importante que posee un profesor es ciertamente
su persona; b) La evaluación de la docencia como parte integral
del currículo, significa que el proceso de evaluación no
es evento aislado, al contrario debe ser un proceso amplio, congruente,
comprensivo e integral. El docente cumple en el currículo la función
del profesional que idea, planea, ejecuta y evalúa su propia actividad.
Mejorar la actuación docente es mejorar el currículo; c)
La docencia como práctica social de un colectivo, es entender
la docencia como profesión compartida por una comunidad de profesores.
Socializar sus experiencias, preocupaciones y proyectos le da a su profesión
una dimensión poco reconocida y fomentada.
Además se establecieron otros postulados como directrices en el
desarrollo de la propuesta, éstos son: 1) Enfoque formativo, es
la orientación de la evaluación en la búsqueda de
una mejora de las actividades realizadas por el profesor y no de supervisión
o control administrativo; 2) Abordaje científico, es considerar
que todos los procesos que acompañan la dinámica evaluativa
se sustenten en la reflexión teórica e investigación
empírica; 3) Relación orgánica entre práctica,
evaluación y formación docente, ya que se valora el trabajo
pedagógico y los resultados conducen a procesos de formación,
los que a su vez se traducen en cambios efectivos en la práctica;
4) Triangulación de informaciones, es la posibilidad de hacer
concurrir en la elaboración de juicios valorativos la opinión
de alumnos, profesores, coordinadores y especialistas; 5) Acercamiento
multidimensional, implica incorporar en el análisis y evaluación
los diferentes factores que están relacionados con el ejercicio
docente; 6) Multiplicidad instrumental, es recurrir a diversos medios
e instrumentos para la evaluación docente (cuestionarios, entrevistas,
observaciones, portafolios, autoevaluación), lo que posibilita
una mejor comprensión de la situación evaluada; 7) Contextualización,
es un acercamiento casuístico a los resultados obtenidos por los
educadores considerando los recursos y condiciones con que opera; 8)
Conceptualización del docente como un profesional reflexivo y
estratégico, que aprovecha los resultados de la evaluación
para reflexionar críticamente sobre sus fortalezas y debilidades.
Como parte del proceso metodológico que siguió el estudio,
se diseñó un listado de 80 conductas, habilidades y actitudes
característicos de la práctica docente; el listado se agrupó en
diez categorías y ellas fueron la base de un instrumento de consulta
que se aplicó a 211 profesores de licenciatura y 80 de posgrado,
así como a 292 estudiantes de licenciatura y 131 de posgrado de
todas las escuelas y facultades con el fin conocer desde su perspectiva
cuáles deberían ser los aspectos más significativos
a ser considerados en la evaluación docente. A partir de los resultados
se diseñó un instrumento que fue probado en una muestra
de 343 estudiantes. La versión resultado del piloteo, se presentó a
maestros y directivos a manera de volver a reflexionar con ellos la pertinencia
del instrumento, lo que llevó al diseño del instrumento
definitivo.
Finalmente, para elaborar el instrumento se consideraron: 1) La filosofía
educativa y misión de la institución; 2) El modelo curricular;
3) El modelo pedagógico; 4) El perfil docente contextualizado;
5) La opinión de los profesores y alumnos sobre qué evaluar
de la práctica docente; 6) El análisis de otros instrumentos
de universidades nacionales e internacionales; 7) La literatura especializada.
Como reflexión final el estudio reafirma que considera al docente
como uno de los agentes centrales del desarrollo educativo; que es necesaria
la evaluación de su práctica cotidiana en el aula; que
el enfoque de dicha evaluación debe ser formativo y de perfeccionamiento;
que la evaluación es un proceso integral y sistémico; que
la evaluación a través de los cuestionarios de opinión
de los estudiantes es sólo un medio y no deberá ser la única
fuente de información y se reconoce que establecer un sistema
integral de evaluación docente es un proceso largo y complejo
(Aguirre et al., 2000: 1-35; Loredo y Grijalva, 2000: 103-131).
Análisis de la práctica educativa como instrumento de
formación y evaluación de la docencia
Esta investigación de corte cualitativo a partir del método
etnográfico (desde los enfoques fenomenológico y hermenéutico),
se realizó en la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma
Metropolitana (UAM). Sus propósitos fueron conocer, comprender
y evaluar la práctica docente en un programa modular. Se entiende
a la evaluación como un proceso de comprensión y reflexión
sobre la enseñanza en el que participan los docentes quienes deciden,
a través de la reflexión y el autoconocimiento de su práctica,
realizar los cambios o mejoras deseados (Arbesú, 2000: 231-254;
Arbesú y Rueda, 2003: 56-64).
En cuanto a los aspectos metodológicos se delimitó como
referente empírico al Módulo Conocimiento y Sociedad del
Tronco Interdivisional en la UAM-Xochimilco. Se seleccionó a tres
docentes que impartieron (en tres trimestres distintos) dicho módulo.
Un filósofo por parte de la División de Ciencias Sociales
y Humanidades, un diseñador industrial en representación
de Ciencias y Artes para el Diseño; y una bióloga por Ciencias
Biológicas y de la Salud. El trabajo de campo duró un año
y se utilizó como técnica privilegiada a la observación
participante. También se empleó como apoyo, el uso de entrevistas
semiestructuradas con los docentes y con los alumnos correspondientes;
la videofilmación de una sesión (durante el trimestre con
cada profesor); la consulta con colegas; la investigación documental
y la elaboración de diarios de campo.
Resultados: Profesor de Ciencias Sociales y Humanidades
De acuerdo con los testimonios de este docente, la presencia continúa
de la investigadora en el aula se constituyó como un espejo semanal
a través del cual él podía ver al grupo y, por consiguiente,
verse a sí mismo; revelándole las sutiles motivaciones
que lo llevaban a actuar de tal o cual forma con sus estudiantes. Desde
su percepción fue quizá este efecto de espejo lo que le
permitió realizar ciertas mejoras en su práctica.
Una primera modificación fue comprender que la construcción
de conocimientos por parte del alumno involucra todo su ser, y no solamente
su inteligencia:
Derivado de ello mi actitud en el aula ha sido más cercana con
los estudiantes, con sus inquietudes individuales, familiares y sociales.
Para ello introduje una actividad semanal que consiste en que el estudiante
durante los fines de semana del trimestre redacta una reflexión
personal acerca de cualquier tema que le resulte interesante. Con esto
se les desarrolla la habilidad para expresarse por escrito sobre algo
muy cercano a ellos, y a mí me permite conocer su nivel de expresión,
y con frecuencia, entender mejor sus actitudes.
Profesor de Ciencias y Artes para el Diseño
No obstante, que el profesor ya había tenido una serie de experiencias
previas en trabajos de autoobservación, comenta que la retroalimentación
que recibió durante este estudio le dio la posibilidad de analizar
y a confrontar su práctica. Como resultado ha podido trabajar
con mayor seguridad y libertad en los grupos a los que enseña.
Sí, me vi reflejado en el texto que me entregaste. Captó mucho
mí interés. Conforme lo iba leyendo me iba involucrando
cada vez más en la redacción, hasta llegar a escucharme
a mi mismo. Éste me hacía notar una serie de factores que
yo trabajo en clase y que aunque ya sabía que lo hacía,
el conocerlos con una conceptualización hecha por alguien que
investiga me enriqueció.
Profesora de Ciencias Biológicas y de
la Salud
La docente comenta que esta investigación fue un apoyo profesional
que le permitió darse cuenta de algunos problemas específicos
en relación con su práctica docente y con ello ha podido
cambiar ciertas actitudes al respecto, como por ejemplo ser más
directiva. En particular a esta maestra lo que más le impactó fue
autoobservarse en el video que se filmó de su práctica.
Me di cuenta de mi pasividad ante el grupo. Aprendí que debo
ser más directiva. Comprendí que hubo una gran diferencia
entre lo que yo quería expresar con mi silencio y la forma en
que lo interpretó el grupo. Me parece que el documento escrito,
se refuerza más después de observarse uno en el video.
Es como si la narración, cobrara mayor sentido de cuando se leyó por
primera vez.
La evaluación de la enseñanza desde
la perspectiva de los profesores
Esta investigación se realiza en la Universidad Autónoma
de Aguascalientes (UAA), a partir de una trabajo cualitativo, cuyo enfoque
de evaluación de la docencia se centra en el modelo del profesor
reflexivo (Figueroa, 2000; Arbesú y Figueroa, 2001).
En particular, el estudio enfatiza la importancia de la participación
del profesor en la evaluación de su propia práctica; ya
que ésta promueve la reflexión del docente y le permite
dialogar con él mismo y con el contexto en el que enseña.
El trabajo asume la postura del profesor como un profesional reflexivo,
el que con distintos niveles de amplitud y profundidad consciente o inconscientemente,
cuestiona lo que sucede en el aula, aunque no siempre lo manifiesta en
forma explícita. Los profesores, son capaces de reflexionar sobre
sus propias acciones o pensamientos, así como sobre las acciones
y opiniones de los estudiantes con los que trabajan, y de preguntarse: ¿cuál
es el conocimiento deseable para los alumnos en este curso y para qué les
sirve en su profesión?, ¿qué procedimiento puedo
emplear para que los estudiantes logren el objetivo del curso? , y ¿cómo
evaluar el aprendizaje? A lo largo de un curso los profesores tratamos
de responder y actuar para dar respuesta a cada una de ellas.
El estudio siguió como estrategia metodológica el trabajar
con dos profesores de la UAA, evaluados como buenos profesores, ambos
impartían por primera las materias, uno de Psicología General
y el otro de Psicología Científica, al mismo grupo que
cursaba el primer semestre de la licenciatura en Psicología. El
trabajo parte de tomar en cuenta como punto fundamental a la reflexión
de los profesores.
Se entrevistaron en varias ocasiones a ambos docentes, se audiograbaron
sus clases durante un semestre completo y también se entrevistaron
a algunos de sus estudiantes. Cada profesor grababa, antes de comenzar
la clase, lo que pensaba hacer. También cada uno, después
de finalizar la sesión grababa nuevamente sus percepciones de
lo que hizo.
El uso de la estrategia metodológica presta atención a
todos los comentarios que realizaron los profesores durante su trabajo
como profesionales de la enseñanza.
La investigadora dialoga con los profesores con el objeto de poder conocer
y comprender lo que ellos mismos piensan acerca de lo que dicen y hacen
en el aula. En este sentido, ésta tiene la oportunidad de ver
la enseñanza en acción, de apreciar intentos exitosos y
desatinados de los profesores, de escuchar sus desesperanzas, y también,
porque no, de identificar prácticas que reflejan una falta de
planeación de la enseñanza.
Resultados del estudio, comentados por los propios docentes
La profesora de Psicología General señala que en el documento
escrito que la investigadora le entregó, no solamente “ve
datos, sino que éste hace una descripción fiel y fundamentada
en la que recuerda voces, rostros, vivencias”. Destaca también
ciertos aspectos sobre su enseñanza calificándolos como
positivos o negativos y susceptibles de trabajar la próxima vez
que dé clase, como planear mejor el trabajo en equipo y centrarlo
menos en las exposiciones del profesor y más en la de los estudiantes.
En el caso del profesor de Psicología Científica, comentó que
la lectura del documento le sirvió para poder observar mejor el
comportamiento de los estudiantes. Reconoce que las expectativas que él
tenía como profesor, antes de iniciar las clases, se fueron modificando
a lo largo del curso; ya que los estudiantes demandaron una mayor dirección
de su parte, cuestión en la que él no está de acuerdo.
Si bien, el profesor terminó el programa exponiendo los contenidos
después de leer el documento se pregunta, si realmente logró los
objetivos de ese programa, y si los estudiantes también lo consiguieron.
Señaló que la forma que él empleaba para avanzar
era exponiendo y diciendo, ya lo vimos, pero en realidad “era mi
avance”. “Tal vez, si hubiera sido más congruente,
en el sentido de permitir que los estudiantes llevaran su propio ritmo
de trabajo, o quizás si yo hubiera conocido otras estrategias
pedagógicas, creo que todo hubiera salido con mayo éxito”.
La evaluación docente desde las representaciones pedagógicas
de los estudiantes
La evaluación de la función docente desde las representaciones,
creencias y valores que tienen los estudiantes sobre los profesores,
es una propuesta que pretende dar voz a los estudiantes, que procura
considerar la visión que los estudiantes construyen sobre la función
de la práctica docente y de su papel como aprendices. El análisis
del pensamiento escolar de los alumnos, lo que piensan, creen y sienten,
es una alternativa para evaluar la práctica docente. El estudio
del pensamiento escolar del estudiantado puede ayudar a comprender mejor
cómo y por qué el estudiante participa en las prácticas
educativas y, a su vez puede enriquecer los programas del desarrollo
profesional docente, puede ayudar a confirmar acciones que los docentes
hacen en su práctica educativa, pero también a dudar de
la eficacia de algunos de ellas (Monroy, 2000; Monroy, 2003).
La presente propuesta se desprende de una investigación del pensamiento
pedagógico de estudiantes universitarios; de un estudio de casos
en donde se utilizó la entrevista semiestructurada para indagar
situaciones y problemas individuales y únicos, con la intención
de considerar concepciones que tienen los estudiantes sobre su función
como aprendices, sobre las expectativas, valores y significados en torno
a cuatro grandes dimensiones: a) cómo consideran que son motivados
por sus profesores hacia el aprendizaje; b) cuál consideran que
es su función como aprendices, y qué expectativas esperan
de la función docente; c) cómo consideran que transcurren
los procesos de enseñanza y aprendizaje, qué tipo de interacciones
creen que se dan entre ellos y los profesores, y qué calidad académica
y pedagógica suponen que tienen los profesores, finalmente d)
cómo consideran que son evaluados, cuál consideran que
es el propósito de la evaluación, y con base en qué estrategias
creen que deberían ser evaluados. Es una propuesta que se contrapone
a la evaluación cuantitativa de las opiniones de los estudiantes
en donde sólo basta contestar con un sí o un no, lo que
es insuficiente para conocer la singularidad de los estudiantes, en vez
de promedios estadísticos.
Los resultados expresan la riqueza de percepciones diversas, de estilos
y ritmos de aprendizajes diferenciados, de la singularidad del alumno.
La heterogeneidad es una realidad que los docentes descuidan al homogeneizar
la enseñanza, en vez de procurar prácticas diferenciadas.
Es una alternativa privilegiada que permite conocer creencias en cuanto
al orden y la autoridad que ejercen los profesores; para conocer sus
expectativas ante el profesor ideal; para tomar en cuenta su fastidio
o entusiasmo por las cosas de la escuela; para indagar las percepciones
sobre características del docente, si es justo o no y, entre otros
aspectos, para analizar cómo suponen los estudiantes que los docentes
se interesan y comprometen en la construcción del aprendizaje.
Los alumnos ofrecen información para que los docentes transformen
su función hacia la construcción de contornos con mayores
posibilidades de enseñanza y aprendizaje. De manera general los
estudiantes piden un cambio de actitud en los docentes, mayor disposición
para escuchar lo que piensan y sienten; desean que se preocupen por sus
demandas, que atiendan sus necesidades, que los apoyen con base en sus
ritmos y estilos de aprendizaje, que se interesen para que construyan
aprendizajes cognitivos y afectivos mediante una participación
más activa. Los estudiantes demandan compromiso y responsabilidad
para que los docentes cumplan con su función, y también
para que dominen el conocimiento teórico y metodológico
de las psicologías, o al menos que tengan tolerancia cuando no
se comparten visiones psicológicas, pedagógicas y sociales
semejantes. Reclaman también que tengan mayor dominio para comunicar
con claridad el conocimiento y evitar a la vez incoherencias y confundir
a los estudiantes. Algunas representaciones estudiantiles son una especie
de súplica para que algunos profesores y autoridades mejoren su
gestión y sus actuaciones pedagógicas actuales, y a la
vez propicia la propia reflexión de los estudiantes para mejorar
su función de aprendices.
Vinculación de procesos evaluativos a la formación
de docentes universitarios
Se trata de una investigación que se realizó en la Universidad
Iberoamericana ciudad de México bajo la modalidad de un taller,
con el fin de mostrar como un profesor que recibe el apoyo de especialistas
para reflexionar sobre su práctica docente es capaz de decidir
cambios para mejorar (Crispín et al., 2000). Los objetivos generales
fueron cuatro, los que ha su vez reflejaron claramente momentos importantes
del proceso, estos fueron: 1) Favorecer en los participantes un proceso
que ayude a comprender cómo sus características personales
influyen en su estilo docente; 2) Contar con espacios de reflexión
e intercambio de experiencias sobre diversos aspectos de la práctica
docente; 3) Planear y poner en marcha procesos de evaluación diagnóstica
y formativa que permitan al profesor valorar los aspectos positivos de
su práctica para potenciarlos y reconocer aquellos que requieran
una mejoría; 4) Apoyar al profesor para llevar a cabo los cambios
que él decida para mejorar su práctica docente.
La metodología del taller se constituía de cuatro fases:
Contextualización, corresponde a la ubicación del universo
desde donde se analizará la función docente, a través
del análisis de la filosofía educativa, el perfil ideal
del egresado, el perfil ideal del profesor y la estructura organizacional,
que son a su vez los referentes para la evaluación de la práctica
docente. Experiencias, el profesor autoevalúa sus motivaciones
y actitudes hacia la docencia, su estilo de aprendizaje, sus rasgos de
personalidad, su estilo de liderazgo y su estilo docente. Reflexión,
el docente busca explicar la relación que se establece entre las
distintas variables que intervienen en la práctica docente, a
partir de su experiencia reflexiona sobre, el alumno, el currículo,
la institución y sobre él mismo. Acción, los resultados
de la reflexión y la comprensión de las variables en juego
lleva a la decisión y la acción. Se buscó propiciar
el deseo del cambio con el fin de mejorar su práctica. A partir
de su autoevalaución se proponía algún aspecto a
mejorar y la estrategia para lograrlo.
El taller se llevó a cabo en 1996 con una duración de 32
horas a lo largo de un semestre. Se contó con el apoyo institucional
y formó parte de la estrategia para la formación de profesores
de la universidad. Se realizó con tres grupos uno de 16, otro
de nueve y el tercero de diez profesores. Los resultados apuntan favorablemente;
todos los profesores propusieron uno o más cambios para mejorar,
la mayoría de los cambios se centran en las dimensiones “Sabe
enseñar” y en “relación maestro-alumno”.
Los elementos que animan a incorporar los procesos evaluativos a la formación
docente es por ejemplo la opinión de uno de los maestros que participaron
en el taller: “El taller es hoy por hoy una experiencia cognoscitiva
intensa en aspectos docentes, personales y de integración. En
primer lugar, me da base teórica de que he hecho y puedo hacer
en mi práctica docente. A nivel personal me deja gran experiencia
de crecimiento y autoconocimiento [...]integrándolo en un todo
hacia un mejor desempeño”.
Un proceso de evaluación ayuda a reflexionar y a comprender mejor
el de la enseñanza y el papel del profesor en el acto educativo,
estos procesos deben formar parte de los programas de formación
de profesores; porque es posible que el docente modifique sus actitudes
y conductas hacia la enseñanza si tiene oportunidad de comprender
el proceso, de entender como sus características personales influyen
en su particular modo de ser como docente. Los profesores, al adquirir
una visión más amplia sobre sus funciones, revaloran su
profesión.
Creación de un sistema de evaluación para cursos en línea
El proyecto surgió en 1996, en virtud de que la Universidad Autónoma
de Baja California (UABC) necesitaba herramientas ad hoc para evaluar
los cursos en línea, impartidos hasta entonces esporádicamente
a nivel experimental. La propuesta de la UABC partió de la premisa
de que, por su misma naturaleza, el éxito de los cursos en línea
depende de varios actores y factores, cuyo desempeño facilita
o inhibe el aprendizaje (Amaya et al., 2002; Pérez, 2001; Pérez
y Rueda, 2002).
La relación pedagógica en los cursos impartidos a través
de la computadora es afectada tanto por el medio como por el contexto
de la instrucción. La calidad de la interacción en el aula
electrónica depende tanto de aspectos relacionados con los actores
centrales del proceso de enseñanza-aprendizaje (estudiantes y
maestros), como de otros factores que intervienen en el desarrollo de
un curso en línea: la tecnología, el dispositivo pedagógico
utilizado, el apoyo recibido (técnico, académico y social),
las condiciones del lugar y equipo de trabajo, y el tiempo dedicado a
realizar las actividades.
Aspectos metodológicos
La primera etapa del proyecto se abocó a la construcción
de un modelo que considerara las características del contexto
de la UABC y sus necesidades de información para poder hacer el
seguimiento y evaluación de los cursos en línea. Una vez
sentadas las bases del modelo (Pérez, 2001), se procedió a
su instrumentación, mediante el diseño y publicación
de formatos para registrar las opiniones de los participantes sobre el
desempeño de algunos actores y factores intervinientes, en un
sitio denominado Centro de Evaluación, desarrollado por un grupo
de maestros y estudiantes (Amaya et al., 2002).
Dado el papel central de los docentes, el Centro de Evaluación
contiene un sitio de apoyo a los maestros en línea e incluye un
instrumento de autoevaluación (Pérez y Rueda, 2002). Ya
que la Red es un medio ideal para ilustrar su propio potencial, se creó un
sitio alrededor del instrumento, donde los maestros pueden autoevaluar
el desempeño de su práctica docente, identificar lecturas
y sitios especializados para el desarrollo de sus habilidades, y contar
con ejemplos de técnicas instruccionales para el medio y con otros
recursos para apoyar su docencia en línea. Se puede decir que
la función primordial del maestro en línea es ser gestor
de una comunidad de aprendizaje; por ello, tanto el cuestionario de opinión
aplicado a los estudiantes como el instrumento de autoevaluación
exploran las competencias docentes para gestionar una interacción
grupal conducente al aprendizaje. Estos instrumentos fueron trabajados
con los docentes, considerando la importancia de que ellos mismos conozcan
de antemano los aspectos e instrumentos con los que serán evaluados.
El proceso de investigación fue evolucionando con la participación
de los maestros. Primero, se diseñaron instrumentos independientes
para evaluar al docente y al curso; posteriormente, a partir de la discusión
y afinación de dichos instrumentos, se desarrolló una nueva
versión que integra ambas evaluaciones. Esta última se
encuentra en fase de prueba. Se tomó la decisión consensuada
de dejar las versiones originales como guía para los maestros,
dado que muestran los renglones sobre la producción y conducción
de cursos que deben ser considerados para facilitar los procesos de enseñanza-aprendizaje
en línea.
Principales logros
Los principales avances del estudio son: 1) El desarrollo de un sistema
propio que permite a la institución concentrar información
relevante para evaluar la efectividad de los cursos ofrecidos en esta
modalidad. Se buscó la forma más sencilla de obtener la
opinión de los distintos participantes en distintos tiempos, de
manera que esta información pudiera ser sistematizada y cruzada
para fines de investigación. Por un lado, la información
se utiliza para el mejoramiento de los cursos. Por ejemplo, el maestro
conoce la opinión de los estudiantes sobre su desempeño;
los problemas técnicos, si los hubo, que enfrentaron los estudiantes;
las condiciones de trabajo, y los tiempos y duración de acceso
de los estudiantes. Por otro lado, la información recabada permite
a las autoridades detectar los problemas de su incumbencia y resolverlos
de manera oportuna; 2) La participación de estudiantes, maestros
y autoridades permitió conocer sus puntos de vista y necesidades,
y tomarlas en cuenta en el desarrollo de los instrumentos y del sistema;
3) La socialización de los problemas y avances de la investigación
apoyó la difusión de la modalidad en la institución.
Sin embargo, serán las investigaciones futuras las que darán
evidencia de la utilidad del sistema para apoyar la compleja tarea de
evaluar la participación de los diferentes actores en un curso
en línea.
Consideraciones finales
Una característica valiosa de los trabajos es que los resultados
y las propuestas se fundamentan en estudios aplicados en instituciones
de educación superior, tanto públicas como privadas. Además,
se pone de manifiesto que desde diferentes regiones del país existe
el interés por indagar, experimentar y ofrecer alternativas innovadoras
que permitan enriquecer el quehacer de la evaluación docente.
Las reflexiones finales se centran en los siguientes aspectos.
Un aspecto importante es el carácter participativo de los involucrados
en los procesos de la evaluación de la docencia (profesores, estudiantes
y autoridades). Se invita a ver la interrelación de los actores
y las técnicas o instrumentos tecnológicos (cursos en línea),
para observar aspectos que inhiben o facilitan la enseñanza y
el aprendizaje y los apoyos que habrá que ofrecer o transformar.
Los modos como participan. Vale la pena resaltar que promueven la reflexión
en el profesor, en los estudiantes y en las autoridades educativas. Ofrecen
una forma de evaluación con y desde los autores, cuyo propósito
fundamental radica en la comprensión y mejora de la enseñanza
y el aprendizaje. Estas experiencias favorecen la cultura de la evaluación,
no se quedan en el nivel de la descripción del estado de las prácticas
educativas, ni en el mero conocimiento de cómo los profesores
realizan la enseñanza y cómo los estudiantes aprenden,
sino en la toma de acciones concretas. Otro elemento distintivo de esta
característica es la demostración de las posibilidades
reales de llevar procesos de reflexión colegiada.
La manera como son considerados los actores educativos es desde una dimensión
humana y formativa, como sujetos que pueden reflexionar sobre su quehacer
educativo. Es preciso promover la disposición de los participantes
respecto a la necesidad de la evaluación, la construcción
de los instrumentos y la dimensión humanista y formativa de los
actores educativos. La dimensión casuística que se refleja
en los trabajos, resalta la importancia que cada uno de los participantes
es clave en los procesos de mejora de la evaluación.
Se evidencia la conveniencia de preponderar la función formativa
de la evaluación como un proceso que contribuye al mejoramiento
de la enseñanza de manera continua.
Los propósitos de la evaluación se orientan a comprender
y evaluar la práctica; a la reflexión y cuestionamiento
de lo que sucede en el aula; al conocimiento que es deseable en los alumnos;
a la mejora de los procedimientos a emplear en la evaluación del
aprendizaje. El autoconocimiento de lo que sucede en el aula, implica
también una toma de responsabilidad que compromete en la toma
de decisiones y acciones que permitan el progreso hacia una mejor calidad
educativa.
El uso de los instrumentos va más allá de la mera elaboración
y aplicación técnica. Se advierte la necesidad de enriquecerlos
con la filosofía de la institución, de elaborarlos considerando
la contribución de los participantes, se busca la opinión
y los testimonios de profesores y estudiantes, y la triangulación
de la información desde las diferentes fuentes. Además
del empleo de cuestionarios, están presentes la observación
participante, la autoevaluación docente, por ejemplo, observar
la filmación de su práctica permite afrontar y elegir formas
para realizarla de mejor forma; la entrevista semiestructurada tanto
a estudiantes como a profesores es una oportunidad de reflexión
sobre aquellos aspectos en los que habrá que seguir avanzando,
sobre habilidades y actitudes a incorporar. El uso de la audiograbación
a profesores y estudiantes es otro recurso orientado hacia la mejora
de las prácticas educativas. Grabar antes de la clase lo que el
profesor se propone hacer, y volver a hacer cuando termina su clase,
permite apreciar los éxitos y los desatinos. Al igual que los
instrumentos anteriores, la intención es reflexionar sobre qué mejorar,
qué cambiar, qué modificar y cómo conducir mejor
la clase. Son instrumentos que ofrecen información para ver el
ritmo y los estilos de aprendizaje de los estudiantes, para que los docentes
desarrollen mejores prácticas, y sean auténticos gestores
del aprendizaje. La búsqueda de los testimonios de docentes y
estudiantes no sólo permite explorar la competencia que vive en
la enseñanza y el aprendizaje, los trabajos aquí presentados
también consideran lo valioso de los datos para tomar en cuenta
las dimensiones de la evaluación, para construir instrumentos
más reales de cómo piensan y sienten las prácticas
educativas. Es posible escuchar, por ejemplo en los estudiantes, cómo
caracterizan a un buen profesor, sus expectativas y representaciones
que tiene sobre el papel del docente y cómo ven su competencia,
además, es posible tener datos sobre cómo conciben su propia
función como aprendices, y sobre sus debilidades y fortalezas
pedagógicas, psicológicas y sociales.
Los trabajos informan sobre la posibilidad de una evaluación formativa
y de perfeccionamiento continuo. La obtención de información
para comprender cómo se involucran los participantes en los procesos
educativos, no solo permiten conocer si profesores, estudiantes, autoridades
se involucran de manera total, sino que los datos, después de
un proceso de reflexión, orientan hacia una toma de responsabilidad
hacia nuevas y mejores prácticas. No basta con darse cuenta de
cómo se despliegan las prácticas educativas, los trabajos
dan cuenta que evaluar es conocer para mejorar.
Referencias
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ssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss importancia de
la evaluación
estriba en el mejoramiento del desempeño
docente en el proceso de enseñanza-aprendizaje del alumno. Se presenta
el caso de la instrumentación, con sus características y
problemas que enfrentó la evaluación docente en la Universidad
Autónoma de Baja California con base en la opinión de sus
alumnos a través de los Cuestionarios de Evaluación Docente
Palabras clave: Evaluación, docentes,
alumnos, CEDA.
Abstract
The relevance of evaluation is found in the improvement
of teaching in the teaching-learning process of the student. The implementation
case
at the Universidad Autónoma de Baja California is presented, with
the characteristics and problems encountered when teachers were evaluated
based on student opinion through Teaching Evaluation Questionnaires (CEDAs).
Key words: Evaluation, teachers, students, CEDA.
La evaluación de la docencia universitaria se reconoce como una
actividad compleja, entre otras razones, debido a que múltiples
factores inciden en el proceso enseñanza-aprendizaje. Su relevancia
estriba en la posibilidad de mejorar el desempeño de los docentes
para la formación profesional de los estudiantes. Dos de los elementos
que se aprecian como indispensables para quienes realizan la evaluación
son la capacidad técnica, y la autoridad y legitimidad académica.
De ahí la importancia de contar con experiencias sistemáticas
de evaluación que respondan a las necesidades específicas
de las universidades en México. El presente trabajo se propone
analizar el proceso de instrumentación del sistema de evaluación
de la docencia con base en la opinión de los alumnos llevado a
cabo en la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), con
el propósito de dar cuenta de los principales logros, dificultades
y retos que se enfrentan al desarrollar un sistema confiable, válido
y útil para mejorar las prácticas docentes en la universidad.
Antecedentes
A partir de 1990 se concretaron diversas acciones
de evaluación
institucional; la que atañe a los docentes es el Programa de Estímulos
al Desempeño Académico. Con su aplicación se apoyó de
manera directa la política de deshomologación salarial,
dirigida a incrementar la remuneración del personal académico
al margen del salario tabular base. Con la implantación de los
programas de compensación salarial se institucionaliza un reto
de siempre, la evaluación de la docencia.
En México se acepta el uso generalizado de los cuestionarios de
evaluación de la docencia por los alumnos en las instituciones
de educación superior (IES); sin embargo, la investigación
sobre el tema se considera incipiente (García, 2000). Son pocos
los trabajos que dan cuenta del proceso de construcción de los
cuestionarios, lo que permitiría conocer sobre su pertinencia,
y mucho menos se conocen las características del sistema que los
administra en términos de la confiabilidad de los procedimientos
para recolectar información y el uso de los resultados.
Por décadas, la discusión se ha centrado en la confiabilidad
y validez de los puntajes de opinión de los estudiantes como una
medida de la efectividad docente; por un lado se puede decir que son
confiables, estables y relativamente válidos (Marsh y Dunkin,
1997). Sin embargo, en los últimos años se han hecho investigaciones
sobre los procedimientos de aplicación, interpretación
y utilización de los resultados; con ello se ha demostrado que
un procedimiento incorrecto puede invalidarlos (v. gr. Theall y Franklin,
1990). Así, aspectos básicos del tema, como la definición
de los propósitos de la evaluación, las estrategias de
aplicación de los cuestionarios y el uso de los resultados han
cobrado relevancia en la discusión actual.
La literatura señala que el sistema que administra los cuestionarios,
en principio, debe determinar y hacer explícitos los propósitos
de la evaluación. Es fundamental precisar qué tipo de información
se va a obtener y qué se va a hacer con ella. Al mismo tiempo,
se requiere tener claridad sobre las necesidades de los docentes, los
estudiantes y administrativos, en muchos de los casos contradictorias,
por lo que es importante que se equilibren de manera justa y pertinente
los intereses de los tres actores. Los procedimientos administrativos
de acopio de la información deben incorporar los controles necesarios
para asegurar que la información generada sea confiable y válida.
Existen pruebas de que los puntajes se modifican si se contestan dentro
o fuera del salón de clases, si el maestro permanece en el salón,
si explica la importancia de la evaluación para su promoción
o permanencia en la institución (Centra, 1976; Marsh, Overall
y Kesler, 1979). En el procesamiento de la información, uno de
los aspectos más importantes es el anonimato de los evaluadores
ya que los estudiantes deben tener confianza en que los puntajes no afectarán
su relación con el instructor (Arreola, Lawrence y Alemoni, 1990).
Un uso inadecuado de los resultados puede provenir de las necesidades
institucionales que responden a políticas poco claras. En muchas
universidades se ha promovido la práctica generalizada de efectuar
evaluaciones con fines de control o compensación salarial y de
retroalimentación al mismo tiempo. La literatura señala
las inconveniencias de este proceder; muestra el conflicto que tienen
los maestros en discutir aspectos de su quehacer docente en una situación
de evaluación administrativa (Centra, 1993). La dificultad en
obtener información relevante para mejorar la enseñanza
con instrumentos de uso administrativo, dado que para perfeccionar la
docencia se requiere de información a nivel micro del proceder
docente, mientras que para la toma de decisiones administrativas a nivel
macro. En este sentido, al plantear la evaluación de manera inseparable
al control, se confunden funciones completamente heterogéneas
que no pueden realizarse de manera simultánea con un mismo procedimiento,
dado que responden a situaciones paradigmáticas y epistemológicas
distintas (Ardoino, 2000).
En la implantación del sistema que administra los cuestionarios
se precisa considerar una serie de elementos prácticos. La oportunidad
y frecuencia de la evaluación significa acordar los momentos para
llevar a cabo la aplicación de los cuestionarios; la decisión
respecto a la etapa del semestre (al inicio, a la mitad, al final) en
la cual aplicar el cuestionario y el número de veces depende de
los propósitos de la evaluación y de las necesidades de
los docentes. El tamaño del grupo es un factor determinante para
la confiabilidad de los resultados, por lo tanto, es fundamental clarificar
las acciones a seguir cuando los grupos tienen tamaños muy variables;
los casos extremos son los grupos menores a diez estudiantes, porque
el coeficiente de confiabilidad resulta muy por abajo de lo considerado útil
(Centra, 1973).
La confidencialidad de los puntajes es abordada a la luz de los intereses
de los docentes y de los estudiantes. A los docentes, el sistema debe
asegurar información detallada y disponible sólo para el
profesor preocupado por el diagnóstico y retroalimentación
de su desempeño. Los alumnos deben sentir plena confianza en que
su relación con el profesor no se verá afectada por las
opiniones que ellos emiten. En este orden de ideas, la confianza en el
uso adecuado de los resultados es una característica fundamental
del sistema (Theall y Franklin, 1990).
Contexto inmediato: el caso de la UABC
La Universidad Autónoma de Baja California (UABC), en la actualidad
ofrece 65 programas de licenciatura y 49 de posgrado (tres de doctorado,
26 de maestría y 20 de especialidad) distribuidos en las diferentes áreas
del conocimiento. La evaluación de la enseñanza en licenciatura,
a partir de la opinión de los estudiantes, inició de manera
sistemática en 1988 con el propósito de identificar las áreas
del quehacer docente que requerían preparación pedagógica;
con la información recabada se pretendía orientar los programas
de formación docente. La instancia responsable del diseño
del cuestionario de evaluación de la docencia por los alumnos
y del programa para procesar la información fue la Dirección
General de Asuntos Académicos (DGAA); la aplicación y análisis
de los cuestionarios estuvo a cargo de las unidades académicas.
En esta etapa se delegó en cada escuela o facultad la responsabilidad
de analizar los puntajes; asimismo, el uso de los resultados se dejó a
discreción de los directivos de las unidades académicas.
Se esperaba que los directivos de cada unidad académica reportaran
a la DGAA los aspectos con menor puntación sobre los cuales requerían
que se ofertaran cursos de formación docente. Sin embargo, gran
parte del trabajo en los primeros años estuvo dirigido a introducir
en la cultura de evaluación a directivos, académicos y
estudiantes; en este sentido,
convencer a los involucrados de los beneficios de la evaluación1.
Un cambio que desvió la intención original de la evaluación
de la docencia en licenciatura fue la introducción, a partir de
1990, de los programas de compensación salarial en la UABC, donde
se estipuló como uno de los indicadores de evaluación el
puntaje de los estudiantes; no obstante, su incorporación no fue
posible debido a la insuficiencia de información. Los puntajes
otorgados por los estudiantes se integraron como uno de los rubros que
componen el programa de estímulo en 1994, y sólo para aquellos
docentes que contaban con sus reportes de evaluación semestral.
A partir de ese año se computarizó la captura de los puntajes
y se delegó en la DGAA la responsabilidad de procesar la información
y elaborar un reporte semestral de cada maestro. A partir de esta fecha,
los reportes se destinan por un lado, a cada unidad académica
para conocimiento de los docentes y directivos, y por otro, a la Secretaría
General para ser integrados en el expediente del programa de estímulos
de cada profesor2. De esta manera, las unidades académicas continúan
con la responsabilidad de aplicar los cuestionarios y capturar la información,
y una dependencia central tomó el control del manejo de la información
para asegurar, de alguna manera, que la institución cuente con
los reportes necesarios que demanda el programa de estímulos al
desempeño académico.
La aplicación de los cuestionarios se automatizó a partir
del año 2000, como una medida para mejorar la administración
del sistema; la DGAA gira instrucciones a las unidades académicas
para que los estudiantes de licenciatura acudan en un periodo establecido
(hacia el final del semestre) a contestar el cuestionario a un centro
de cómputo. Si bien el sistema computarizado ofrece una mayor
confianza tanto a los docentes como a los estudiantes en el manejo de
la información, también impuso el reto de lograr que los
usuarios asistan en el periodo estipulado a contestar el cuestionario;
hasta la fecha, el lapso de tiempo se ha ampliado de un mes a tres meses,
como una medida para lograr un mayor número de respuesta por parte
de los estudiantes. Un dato que ilustra el nivel de participación
es el primer semestre del 2002, en el cual 17,035 alumnos (73% de la
población de licenciatura) evaluaron a sus profesores.
Este trabajo parte de la convicción de la importancia de hacer
partícipes a los actores principales de la evaluación de
la docencia, los docentes, en el proceso de construcción de los
cuestionarios para su evaluación. La metodología seguida
replica la estrategia desarrollada para el diseño de cuestionarios
para posgrado (Luna y Rueda, 2001).
Propósito
El propósito de investigación fue la construcción
de instrumentos de evaluación docente para el nivel de licenciatura
que contemplen: a) las recomendaciones hechas por los docentes; b) la
especificidad de cada área de conocimiento. Así como, determinar
la jerarquía de las dimensiones de evaluación con base
en la opinión de los docentes.
Metodología
El diseño del trabajo corresponde a un estudio de caso y se abordó desde
la perspectiva de los métodos combinados la cual sostiene que,
tanto la investigación cualitativa como cuantitativa, se refuerzan
si se trabajan como complementarias (Brymann, 1984). Se desarrolló en
dos etapas: en la primera se elaboró un cuestionario base que
se propuso a la consideración de los profesores, propiciando su
participación; en la segunda, se reconstruyó el cuestionario
al incorporar las principales sugerencias de los docentes y se determinó la
jerarquía de las dimensiones de evaluación para la muestra
en general y por áreas de conocimiento.
El estudio se llevó a cabo con una muestra representativa por
bloques aleatorios de la población de docentes de las licenciaturas
de la UABC. Para ubicar el universo objeto de estudio se identificó a
los maestros de carrera que tienen horas asignadas frente a grupo, descartando
a los profesores que gozan de alguna licencia, año sabático,
formación docente; para los profesores de asignatura, el criterio
de selección fue que impartieran un mínimo de 10 horas
clase. La información corresponde al primer periodo semestral
del año 2001. En la muestra se distinguieron los siguientes factores: área
de conocimiento y tipo de nombramiento. Se encuestó a 263 docentes,
18 % de la población total, 147 de carrera (22 %) y 116 de asignatura
(15 %); la Tabla 1 muestra la distribución de las submuestras.
Tabla 1
Población de docentes de carrera y de asignatura,
así como número y porcentaje de encuestados
En la primera etapa se diseñó el cuestionario “Evaluación
de la docencia: teoría” de acuerdo con las dimensiones y
reactivos que tanto la literatura anglosajona como hispana marcan como
relevantes (Landshere, 1980; Shatz y Best, 1986; Tejedor, 1990; Centra,
1993; Feldman, 1997; Luna y Rueda, 2001; Rueda, 2001). Las dimensiones
que incluye son: a) estructuración de objetivos y contenidos;
b) claridad en la instrucción; c) organización de la clase;
d) dominio de la asignatura; e) estrategias de instrucción; f)
cualidades de interacción; g) evaluación del aprendizaje
y h) aspectos formales del cumplimiento docente. Para determinar su contenido
se consideraron las sugerencias hechas por la Dirección General
de Asuntos Académicos (DGAA), dada su experiencia en este tipo
de evaluación. Asimismo, se consultó a los estudiantes
mediante un estudio piloto para evaluar la claridad del cuestionario.
La segunda etapa consistió en proporcionar a los docentes el cuestionario
diseñado para que señalaran los comentarios y sugerencias
a cada reactivo y dimensión de evaluación y de esta manera
dar respuesta a las preguntas de investigación: 1) cuáles
aspectos incluir en el cuestionario y 2) cuáles se deben excluir.
Asimismo, se incluyó un cuadro de ponderación de las dimensiones
y se les solicitó que, con base en su experiencia, asignaran el
nivel de importancia a cada una de las dimensiones que cubre la actividad
docente. El cuestionario se reconstruyó incorporando las sugerencias
de mayor frecuencia de los docentes. Por último, se puso a disposición
de los profesores el cuestionario reconstruido para su valoración.
El cuestionario se aplicó en dos modalidades; primero, en línea,
dando un mes a partir de la fecha de envío para recuperar los
cuestionarios; en las áreas donde no se cumplió con el
número especificado en las submuestras se procedió a hacer
la aplicación de manera presencial. En ambas modalidades el procedimiento
general fue: a) solicitar la revisión de cada reactivo y escribir
al calce su aceptación o rechazo así como sus comentarios
y sugerencias, especificando los aspectos no evaluados que consideren
importante incluir, y b) contestar el formato diseñado para asignar
un nivel jerárquico a las dimensiones que componen el cuestionario.
Resultados
El análisis cualitativo de las respuestas a los cuestionarios
se basó en técnicas de análisis de contenido, la
codificación se derivó de las cláusulas textuales
que responden a las preguntas de investigación (qué incluir
y qué excluir del cuestionario de evaluación de la docencia
con base en la opinión de los alumnos), de acuerdo con las siguientes
reglas: 1) exhaustividad, todos los elementos relevantes de la muestra
deben quedar incluidos en las categorías y 2) exclusividad mutua,
el contenido no puede ser ubicado en más de un lugar; y 3) generalidad
y especificidad, las categorías generales se relacionaron con
las dimensiones y las específicas con los reactivos.
La información se reunió en una base de datos con el fin
de clasificarla de acuerdo con el área de conocimiento del profesor,
categoría administrativa (de carrera o asignatura) y tipo de respuesta,
de aceptación o rechazo, para cada reactivo y dimensión.
Se elaboró una tabla por reactivo y dimensión que reúne
las cláusulas textuales a partir de las cuales se derivaron las
categorías de sugerencias, y se computó su frecuencia.
La mayor frecuencia de las respuestas de los docentes se concentraron
en aceptar los reactivos y las dimensiones, ya sea sin comentarios o
explicitando las razones de su acuerdo. El análisis que a continuación
se describe se basa en los comentarios de aceptación condicional
y rechazo a los reactivos. Las categorías de sugerencias que se
identificaron fueron: 1) cuestionar el lenguaje del reactivo, agrupa
todos los comentarios que discuten los términos utilizados, y
en algunas ocasiones señalan de manera precisa las palabras a
modificar, así como las razones; 2) cuestionar el contenido implícito
del reactivo, reúne las sugerencias de eliminar los términos
que asumen una actitud pasiva de parte de los estudiantes; y 3) cuestionar
la evaluación, incluye los comentarios que descalifican a los
alumnos como evaluadores, así como los que desaprueban la inclusión
de aspectos que a juicio de los profesores no dependen de ellos.
En la categoría “cuestionar el lenguaje del reactivo”,
los docentes discutieron la pertinencia de incluir expresiones con significados
precisos, que no se presten a confusión, como en los siguientes
casos: “¿los contenidos del curso fueron congruentes con
los objetivos?”; “¿utilizó recursos didácticos
para facilitar la comprensión de los temas?”; “¿presentó los
fundamentos teóricos y metodológicos de los contenidos
desarrollados en clase?”; se solicitó aclarar el significado
de congruencia y recursos didácticos, así como dar ejemplos.
En “¿la bibliografía utilizada fue adecuada para
cubrir los temas del curso?”, se sugirió sustituir bibliografía
por fuentes de información para incluir a las nuevas tecnologías.
Estos comentarios provienen de los docentes de los programas de las diferentes áreas
del conocimiento estudiadas, con una frecuencia que oscila por área
entre 2 y 10.
En general, en la categoría “cuestionar el contenido implícito
del reactivo”, los profesores señalaron cuidar no incluir
vocablos que promuevan un comportamiento pasivo de parte de los estudiantes.
Incluye a los reactivos: “¿explicó con claridad los
temas?”; “¿resolvió las dudas y problemas planteados
en clase?”; y “¿ayudó a los estudiantes dentro
de clase?”; las argumentaciones según el caso fueron: no
siempre el profesor es quien expone el tema y no promover una pedagogía
centrada en la enseñanza, en la transmisión del conocimiento.
Asimismo puntualizaron que ayudar no es resolver, es orientar al estudiante
para que él construya las soluciones. Las sugerencias proceden
de los maestros de los diversos programas estudiados, con una frecuencia
que oscila entre 2 y 7 por área.
En la categoría “cuestionar la evaluación”,
los docentes por un lado, desacreditaron a los estudiantes como evaluadores
en los reactivos: “¿los tiempos asignados a los temas fueron
adecuados?” donde argumentaron que el alumno no conoce lo extenso
de cada tema ni lo que es suficiente para los propósitos de un
curso, y en “¿los contenidos presentados en clase estuvieron
secuenciados de manera lógica?” señalaron sus dudas
en relación con la preparación del alumno para evaluar
ese aspecto; estas opiniones proceden de los maestros de las diferentes áreas
con un rango de frecuencia que fluctúa entre 3 y 13. Por otro
lado, los maestros discutieron los reactivos que evalúan elementos
que a su juicio no atañen a la materia, tal es el caso de: “¿tomó en
cuenta los conocimientos previos de los estudiantes al inicio de cada
tema” donde los argumentos fueron que los huecos en el conocimiento
previo no son responsabilidad directa del docente y no dependen de la
asignatura, dado que cada profesor debe cumplir un programa, este comentario
lo realizaron los profesores de todas las áreas con un rango de
frecuencias de 2 a 15 comentarios.
El cuestionario base se modificó de acuerdo con los siguientes
criterios: a) se revisaron los reactivos con frecuencia de sugerencias
entre dos y cuatro, sin necesariamente realizar cambios en los mismos;
y b) se atendieron las observaciones con frecuencia de cinco o más
en función del área de procedencia. De esta manera, se
realizaron las siguientes modificaciones al cuestionario original: se
modificó la redacción de algunos reactivos con el propósito
de hacerlos más precisos; se eliminaron los términos que
de manera implícita promueven un comportamiento pasivo de parte
de los estudiantes en el proceso de aprendizaje y se sustituyeron con
el fin de propiciar un papel activo en la regulación de su instrucción;
asimismo, se suprimió el reactivo que valora el tiempo dedicado
a cada tema por considerarlo que no procedía su evaluación
por parte de los alumnos; por
lleven a postular valoraciones específicas. El cuestionario modificado
de acuerdo con las sugerencias de los docentes se presenta a continuación.
Cuestionario de evaluación de la docencia: teoría
El (la) maestro (a):
1. ¿Entregó a los estudiantes el programa del curso al
inicio del mismo? Si ( ) No( )
2. ¿Asistió con regularidad a sus clases? Si ( ) No( )
3. ¿Explicó los requisitos para aprobar el curso al inicio
del mismo? Si ( ) No( )
Escala de calificación para el siguiente conjunto de preguntas
1. Nunca 2. Algunas veces 3. Casi siempre 4. Siempre
4. ¿Los contenidos del curso apoyaron
el logro de los objetivos?
5. ¿Las fuentes de información (por ejemplo: bibliografía,
sitios en red) fueron adecuadas para cubrir los temas del curso?
6. ¿Explicó con claridad cuáles son los aspectos
importantes del curso?
7. ¿Los temas fueron tratados de manera clara?
8. ¿Los materiales de apoyo (por ejemplo: diapositivas, diagramas,
programas) utilizados para facilitar la comprensión de los temas
fueron adecuados?
9. ¿Las tareas y actividades desarrolladas facilitaron el aprendizaje
de los temas?
10. ¿Se trataron los principios teóricos o metodológicos
de los contenidos desarrollados en clase?
11. ¿Ayudó a resolver las dudas y problemas planteados
en clase?
12. ¿Relacionó el contenido de la materia con otras materias?
13. ¿Mostró dominio de la materia?
14. ¿Los contenidos trabajados en clase estuvieron secuenciados
de manera lógica?
15. ¿Tomó en cuenta los conocimientos previos de los estudiantes
al inicio de cada tema?
16. ¿Utilizó ejemplos para definir algún concepto
o principio general?
17. ¿Indicó algunas aplicaciones de los conocimientos para
el trabajo profesional?
18. ¿Escuchó los puntos de vista de los alumnos?
19. ¿Motivó a los alumnos para ser responsables de su proceso
de aprendizaje?
20. ¿La evaluación fue acorde con los contenidos trabajados
en el curso?
Con base en una escala en la que 1 es la calificación más
baja y 10 la más alta, califique:
21. Evaluación global del desempeño del profesor (a) 1
2 3 4 5 6 7 8 9 10
22. Evaluación de mi desempeño como estudiante en esta
materia 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
El análisis cuantitativo se realizó con el propósito
de determinar la jerarquía de las dimensiones de evaluación
del trabajo académico y las tendencias de opinión de los
docentes de los diversos programas agrupados por área de conocimiento.
Los cálculos se realizaron mediante técnicas de análisis
de conglomerados. La información se derivó del cuadro de
ponderación y el procedimiento seguido consistió en: a)
elaborar matrices de frecuencia de orden 8 jerarquías por 8 dimensiones
por área de conocimiento y para la muestra total, con el propósito
de determinar el número de opiniones en la jerarquía de
cada dimensión; b) normalizar las matrices de frecuencia al dividir
los componentes de cada matriz entre el número de individuos encuestados.
Los resultados permitieron identificar la jerarquía de las dimensiones
por área y para la muestra al reconocer el número máximo
de votación de cada dimensión respecto a las jerarquías;
de esta manera, se identificó a dominio del contenido como la
dimensión más importante y como las de menor importancia
a estrategias de instrucción, cualidades de interacción
y evaluación del aprendizaje tanto en la jerarquización
general como en las particulares por área (Tabla 2); c) construir
matrices de diferencia al tomar el valor absoluto de los componentes
de la matriz de frecuencia normalizada por área de conocimiento
menos los componentes de la matriz de frecuencia normalizada de la opinión
general; la suma de todos los componentes de estas matrices de diferencia
permitió determinar la similitud de opinión de los profesores
de una área respecto a la muestra total (Gráfica); de esta
manera se identificaron las tendencias de opinión entre los docentes
de los programas por áreas de conocimiento, encontrando que los
profesores de Ciencias Sociales y Administrativas son los que más
difieren con relación a las opiniones del total de la muestra.
Discusión y conclusiones
Al analizar la historia de las prácticas de evaluación
de la docencia por los alumnos en la UABC es posible dar cuenta de los
logros, las dificultades, así como de los retos que se tienen
al implantar un sistema de evaluación. La reconstrucción
del proceso de implantación del sistema de evaluación de
la docencia por los alumnos en la UABC hace evidente que introducir en
la cultura de la evaluación a una comunidad académica es
un trabajo a largo plazo, sujeto a factores de orden político
y económico. La evaluación de la docencia en licenciatura
inició con el propósito de mejorar la enseñanza;
sin embargo, posteriormente, se introdujo como un indicador importante
en los programas de compensación salarial en porcentaje, uno de
los efectos positivos de este hecho es el haber fomentado la sistematización
del proceso de evaluación. Más de 17,000 estudiantes (73%
de la población de la población total de la UABC) evaluaron
a sus maestros en el primer periodo del semestre 2002, dado que se convirtió en
una demanda institucional el solicitar reportes regulares sobre los resultados
de la evaluación. Esto hizo necesario hacer eficiente el proceso
de captura y procesamiento de la información, lo cual se ha logrado
a través de la automatización del sistema. Por otro lado,
la asociación de la evaluación de la docencia por los alumnos
a los programas de estímulo académico ha ocasionado una
gran discrepancia entre el discurso de las autoridades y lo que pasa
en la práctica. En el discurso se maneja un doble propósito,
por un lado, el de retroalimentar al docente para mejorar la enseñanza,
y por otro, el de control administrativo vía el programa de estímulos;
sin embargo, en los hechos, el principal uso de los resultados es el
de control, dado que no se cuenta con los mecanismos de retroalimentación,
ni con las estrategias de ayuda que posibiliten a los docentes transformar
su quehacer de enseñanza a partir de la información que
proporcionan los puntajes. Cabe tener presente el hecho documentado de
que la mejora en la enseñanza es mínima cuando se reduce
la retroalimentación a sólo entregar los resultados de
los puntajes. En este sentido, uno de los grandes desafíos de
la institución es el de instrumentar las condiciones necesarias
para el uso de los resultados con el propósito de mejorar las
actividades de docencia. Para ello, es necesario conceptualizar la evaluación
de la docencia como una actividad compleja que involucra: aspectos instrumentales
relacionados con los métodos y técnicas de evaluación,
componentes políticos que inducen un conjunto de acciones, así como
estrategias de análisis de los resultados de la evaluación.
En este sentido, analizar los hechos de la evaluación como prácticas
sociales, que no se reducen a los elementos puramente técnicos
o sociales, sino que representan la posibilidad de un proceso de transformación
del cual forman parte agentes sociales concretos que mantienen entre
sí relaciones específicas, cuyo producto debería
de orientar el mejoramiento de la calidad de la enseñanza.
En relación con el sistema que administra los cuestionarios, la
literatura recomienda resolver situaciones elementales relacionadas con
la confiabilidad y validez de los resultados, entre ellas destacan: tomar
en consideración el tamaño del grupo, los puntajes obtenidos
en grupos pequeños (menos de diez) son poco confiables; si se
van a realizar comparaciones, estas deben realizarse entre los profesores
que comparten características similares, agruparlos por disciplina
o materia, ya que se sabe que los estudiantes otorgan puntajes diferenciales
en función del área de conocimiento. En este sentido, uno
de los retos de la institución es que el sistema cuente con los
mecanismos necesarios para asegurar resultados equitativos, pertinentes
y útiles para los actores principales de los procesos de enseñanza
y aprendizaje, los docentes y los estudiantes.
Los maestros postularon propiciar un papel más activo y responsable
por parte de los estudiantes en su proceso de formación, en este
sentido, la teoría implícita en el cuestionario se orientó hacia
la aproximación constructivista del aprendizaje; asimismo, se
incorporó el uso de las nuevas tecnologías, lo cual puede
fomentar una pedagogía innovadora. Por último, se suprimieron
los reactivos que, a juicio de los docentes, los estudiantes no están
en condiciones de evaluar por falta de información. La jerarquización
general así como todas las jerarquías por área de
conocimiento ubicaron como la dimensión de evaluación más
importante a dominio del contenido, lo cual concuerda con lo obtenido
en estudios anteriores con los docentes de posgrado (Luna y Rueda, 2001).
Desde la perspectiva de los profesores, el principal uso de los cuestionarios
debería ser para el mejoramiento de las actividades de docencia;
sin embargo, para ellos es muy clara la función de control que
estos tienen en la actualidad, y sancionaron los componentes del cuestionario
que pudieran estar fuera de su control o ser difíciles de evaluar
por los alumnos. En este sentido, persiste la necesidad de contar con
procedimientos e instrumentos de evaluación independientes para
cada propósito de evaluación.
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PIE
1 Reconstruir parte de la historia del sistema de evaluación en
licenciatura en la UABC fue posible gracias a la información proporcionada
por Julio César Reyes y Lourdes Loza, ex-jefes de departamento
de la misma dirección, quienes coordinaron en los primeros años
la implantación del sistema. «volver«.
2 Información
proporcionada por la Lic. Aída León,
jefe de departamento de la DGAA.«volver«
se aceptan colaboraciones
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