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El Significado
de Tutoría Académica en Estudiantes de Primer Ingreso a
la Licenciatura
Juan Manuel Tejada Tayaban
* Universidad Autónoma de San Luis Potosí
Correo e: [email protected]
L. Fernando Arias Galicia
Universidad Nacional Autónoma de México,
División de Estudios de Posgrado, Facultad de Contaduría y Administración
Correo e: [email protected]
Resumen
La implantación de la tutoría académica
es afectada por el significado que profesores y alumnos le atribuyan ya que
de ése dependerá su compromiso e involucramiento. El estudio
explora este significado con relación a la propuesta de ANUIES (2000),
en estudiantes de primer ingreso a la carrera de Psicología (N=95),
utilizando redes semánticas (Reyes, 1993) y Ji-cuadrada y correlación
Spearman para procesar los datos. Ayuda, orientación, apoyo, responsable,
maestro, asesoría, responsabilidad y confianza resultaron definidoras
centrales, con diferencias por género en riqueza y densidad de red y
en cargas afectivas. Resultados indican que la estructura del concepto estudiado
coincide con el programa de ANUIES.
Palabras clave: Tutoría académica, significado,
redes semánticas
Abstract
The implementation of academic tutorship is affected by the
meaning given to it by teachers and students, because such meaning affects
commitment and involvement with it. This paper explores the meaning based on
the proposal of ANUIES (2000), among newly enrolled psychology students (N=95),
using semantic networks (Reyes, 1993) and Square-xi and Speaman correlation
for data processing purposes. Help, orientation, support, responsible, teacher,
advisory, responsibility and trust were key definition keys with differences
by gender in richness and network density and in emotional load. Results indicate
that the structure of the concept studied coincides with the ANUIES program.
Key words: Academic tutorship, meaning, semantic networks.
Introducción
Una de las críticas que enfrenta la educación
superior en México es su baja eficiencia terminal resultado de problemas
de deserción, reprobación y de baja titulación: en promedio,
de100 alumnos que se incorporan a la licenciatura, entre 50 y 60 concluyen
sus estudios y sólo 20 obtienen su título en los dos años
siguientes al egreso (ANUIES, 2000).
Si bien se reconoce que esta problemática obedece a una baja calidad
de los servicios educativos, a deficientes condiciones de gestión y
condiciones personales adversas de los estudiantes, se señalan (en la
propuesta de tutorías de ANUIES), como factores íntimamente relacionados
con el fracaso escolar a la desorganización, el retraimiento social
y las conductas disruptivas de los estudiantes. Tinto (1992) ofrece un tratamiento
más amplio de esta temática.
La tutoría académica surge como una alternativa para tratar y
prevenir estos problemas al facilitar la adaptación del estudiante al
ambiente escolar y mejorar sus habilidades de estudio y trabajo, aumentando
la probabilidad del éxito en sus estudios.
Por esta razón se ha propuesto, como una estrategia, el establecimiento
de programas institucionales de tutoría académica en las instituciones
de educación superior, para abatir los índices de reprobación
y rezago escolar, disminuir las tasas de abandono de los estudios y mejorar
la eficiencia terminal (ANUIES; 2000:7).
La tutoría se define como el acompañamiento y apoyo docente de
carácter individual, basada en una atención personalizada que
favorece una mejor comprensión de los problemas que enfrenta el alumno,
por parte del profesor, en lo que se refiere a su adaptación al ambiente
universitario, a las condiciones individuales para un desempeño aceptable
durante su formación y para el logro de los objetivos académicos
que le permitirán enfrentar los compromisos de su futura práctica
profesional (ANUIES, 2000: 4).
La misión primordial de dicha tutoría es proveer orientación
sistemática al estudiante, desplegada a lo largo del proceso formativo;
desarrollar una gran capacidad para enriquecer la práctica educativa
y estimular las potencialidades para el aprendizaje y el desempeño profesional
de sus actores: los profesores y los alumnos.
Sin embargo la propuesta de la tutoría académica es compleja
ya que mantiene límites confusos con otras prácticas como la
supervisión, la asesoría, la orientación y con programas
remediales y además incorpora a la práctica docente funciones
y actividades complementarias a las prácticas curriculares que exigen
del profesor –tutor– y del estudiante –tutorado– un
nuevo perfil, nuevos compromisos y responsabilidades.
Los resultados de la implantación de tutorías pueden verse influidos
por la forma en que es conceptuada por profesores y alumnos, pues si bien las
tutorías se han definido desde la perspectiva de expertos, no necesariamente
se comparte su significado por los actores. Por ejemplo si un estudiante la
considera una actividad dirigida a alumnos con riesgo de fracaso escolar, sujetarse
a ella puede ser visto como algo negativo. Quizá si el docente la considera
como una carga adicional a sus tareas y sin corresponder a sus funciones, se
mostrará escéptico en cuanto a su utilidad. Así, es dable
pensar que dependiendo del significado asignado por profesores y alumnos a
las tutorías será su compromiso e involucramiento con las mismas
y, en consecuencia, la probabilidad de éxito de la propuesta institucional
de tutoría académica.
Sin embargo, antes de analizar con mayor detenimiento las posibilidades mencionadas,
es preciso responder a las preguntas siguientes: ¿qué es el significado,
cómo se construye y cuál es su relación con el comportamiento?
Un aspecto relacionado es: ¿darán las mujeres significados diferentes
a los conceptos relacionados con la tutoría académica?
El significado
En general, el significado es el conocimiento de una relación
evocada por un signo (Hörmann, 1971 en Figueroa, González y Solís,
1981). Específicamente se define como “la unidad fundamental de
la organización cognoscitiva, compuesta de elementos afectivos y de
conocimientos, los cuales crean un código subjetivo de reacción
y reflejan la imagen que del universo tiene una persona” (Szalay y Bryson,
1973, en Reyes 1993), o como señala Anguas (1997), refleja la cultura
subjetiva de los individuos.
Una característica importante del significado es que es una forma de
representación y una forma de estimulación para la producción
de la conducta, por tanto es preciso estudiarlo mediante redes semánticas,
a fin de describir el conocimiento que determina el comportamiento humano (Valdez,
1994: 69).
La base del significado es la memoria semántica, la cual trabaja con
el lenguaje, los conceptos y los significados (Valdez, 1994: 56). Consiste
en la capacidad para construir una representación interna de la realidad
mediante la cual se interpretan las experiencias perceptuales, se combinan éstas
con el producto de la experiencia pasada, se hacen predicciones, se atribuyen
causalidades y se conectan ideas viejas dentro de nuevas combinaciones; constituye
un proceso selectivo y reconstructivo el cual da al significado un carácter
dinámico ya que organiza la experiencia y, al mismo tiempo, se modifica
por ella, no por procesos asociativos sino con base en las propiedades de clase
que pueden definir a las mismas.
De acuerdo a Collins (1975), la cantidad de información que una persona
puede generar acerca de cualquier concepto parece ilimitada. Los conceptos
corresponden a sentidos particulares de palabras o frases, por tanto las personas
podrían tener un gran número de conceptos en estructuras muy
complicadas. Un concepto puede ser representado como un nodo en una red, y
las propiedades del concepto representadas como enlaces relacionales rotulados
con otros conceptos (nodos) de la red.
La información almacenada en la memoria semántica se encuentra
ubicada o arraigada dentro de una gigantesca red de la cual cada elemento se
relaciona con otros por medio de diferentes conectivos. Dicha red está ordenada
u organizada de una manera jerárquica y lógica con base en la
utilización de una taxonomía elaborada a partir de conceptos
supra-ordenados y sub-ordenados. La economía de información que
permite este arreglo super-ordenado así como la distancia que existe
entre los nodos son los principios fundamentales de las redes semánticas
(Valdez, 1991)
En otras palabras, el significado de un concepto está contenido en las
relaciones con otros conceptos en la memoria. El formato de una definición
incluye un numero pequeño de relaciones: la clase a la cual pertenece
el concepto, las propiedades que tienden a hacerlo único y los ejemplos
del mismo (Figueroa, González y Solís, 1981).
Los conceptos y sus relaciones se organizan en una estructura (red) en la cual
los conceptos definitorios representan los nodos. Las redes semánticas
de un concepto son el conjunto de conceptos elegidos por la memoria mediante
un proceso reconstructivo; estas estructura y organización permiten
un plan de acción (Reyes, 1993). La estructura va desarrollándose
y adquiriendo nuevos conceptos relacionados, a medida que aumenta el conocimiento
general del individuo. Con los datos obtenidos (la red), es posible conocer
la forma en que está representado un concepto en la memoria y de esta
forma apreciar su significado psicológico, siendo éste la red
total generada para un concepto en particular (Valdez, 1994: 62). De esta manera,
analizar el significado de tutoría permitirá identificar la estructura
y los conceptos asociados con los cuales los estudiantes no sólo definen
sino también se relacionan con dicha tutoría.
El sexo y el significado
El género se define como un sistema ideológico
cuyos distintos procesos orientan el modelaje de la representación
social diferenciada de los sexos, determinando formas específicas
de conductas asignadas en función del sexo biológico (Flores
Palacios, 2000)
Desde la antigüedad se mencionan a la racionalidad,
la objetividad, la búsqueda del poder y la competición como rasgos
masculinos, mientras la afectividad, la búsqueda de la armonía
social y la sensibilidad se visualizan como atributos femeninos. Así,
por ejemplo, Uribe Prado (1996) encontró mayor riqueza en la comunicación
escrita de las mujeres en una serie de ejercicios de Centros de Evaluación.
Hyde (1995), presenta una revisión crítica y metodológica
de algunas de las diferencias atribuidas generalmente a los comportamientos
de los dos sexos.
Por otro lado, Arias Galicia y Patlán Pérez (1998, 2000) han
encontrado patrones diferentes de empleo entre las mujeres y los hombres, cuando
estudiantes, en cuatro facultades de la Universidad Nacional Autónoma
de México. Estos hallazgos han sido confirmados entre la población
estudiantil de la ciudad de México (Guzmán Gómez, 2002).
Adrián de Garay (2002) encontró también un mayor porcentaje
de hombres estudiantes insertos en el mercado de trabajo al investigar pupilos
de 27 instituciones de educación superior en México. Díaz
Guerrero (1994) informó respecto a diferentes actitudes entre mujeres
y hombres, en México; en diferentes esferas de la vida. Por su parte,
Díaz de Cossío, Cerón Roa y Matamoros (1997) informaron
que las mujeres tienden a tener mejores promedios que los hombres y se titulan
más rápidamente al terminar los estudios. Así pues, es
posible pensar en la posibilidad de encontrar actitudes y comportamientos diferentes
frente al trabajo y al estudio, incluyendo las tutorías, en relación
al sexo de los alumnos.
En diversos libros pueden encontrarse descripciones, provenientes de pesquisas
psicológicas, sobre las diferencias en el comportamiento entre los dos
géneros (Ver a Hoyenga y Hoyenga, 1980; Nicolson, 1984; Rossi, 1985).
Desde luego, no han faltado las críticas a las diversas investigaciones
con este enfoque psicológico respecto a las desemejanzas entre los dos
sexos. (Véase, verbigracia, a Riger,1992; Yoder y Kahn, 1993).
Si bien se han encontrado disparidades entre los resultados de mujeres y hombres
en diversos aspectos psicológicos, la mayoría de las divergencias
son mínimas para efectos prácticos aún cuando sean estadísticamente
significativas, argumentan otros autores (Véase, particularmente, a
Hyde y Plant,1995).
Otros autores, enclavados dentro de la corriente feminista, argumentan que
las diferencias se deben al empleo del poder ejercido por los hombres y no
a aspectos estrictamente connaturales a los sexos (para una revisión
de estas posturas, véase a Eagly, 1995; y a Maracek, 1995).
Una de las críticas va en el sentido de considerar al sexo de las personas
como algo natural, evidente e inequívoco. Por el contrario, está matizado
fuertemente por las expectativas sociales y culturales (Marecek, 1995). Así,
de acuerdo a esta corriente, debe emplearse el término “sexo” para
referirse sólo al aspecto biológico y “género” para
el conjunto complejo de identificación personal, expectativas sociales
y culturales, etcétera. La definición de Flores Palacios (2000)
citada al principio de esta sección apunta en este sentido. Por esta
razón en este trabajo se emplea como variables independiente el término
sexo pues no se indagó el grado de identificación de cada estudiante
con su determinación biológica.
Otra perspectiva ha sido también la de explicar las diferencias tomando
como base las influencias hormonales sobre la anatomía y la fisiología
del cerebro, conducentes a disparidades en el comportamiento (Kimura, 1992;
Moir y Jessel, 1994; Liaño; 1998). También ha surgido otro tipo
de interpretaciones; verbigracia Buss (1995) adjudica a la adaptación
de la especie a lo largo de los siglos, y en especial a la selección
de la pareja, las diferencias entre los dos sexos.
No es el propósito de este trabajo intentar dilucidar las diferencias
mencionadas y, menos aún, sus orígenes. Solo se han traído
a colación la diferentes posturas al respecto con el ánimo de
mencionar la posibilidad de encontrar significados diversos, dados por hombres
y por mujeres, a las palabras estímulo empleadas en la presente investigación.
Objetivos
Con base en lo anterior el presente trabajo tiene como propósito
explorar, mediante la perspectiva de redes semánticas, el significado
asignado, por los estudiantes de cada sexo y de primer ingreso a la licenciatura,
a la tutoría académica y la relación existente entre ese
significado y la propuesta institucional de tutorías de ANUIES (2000).
Método
Participantes
Se seleccionaron, de manera no probabilística, 95
estudiantes del primer año de la licenciatura en Psicología de
una universidad pública, quienes reciben tutoría de sus profesores
como parte de un programa institucional. Su edad promedio fue de 19 años.
El 32% fue de sexo femenino y el 68% del masculino.
Instrumento
Se empleó la técnica de redes semánticas
formulada por Figueroa, González y Solís (1981), ampliada y modificada
por Valdez (1991) y Reyes (1993), la cual utiliza palabras u oraciones para
analizar el significado psicológico. Como la propuesta de tutoría
involucra programas, docentes y alumnos, se utilizaron tres palabras estímulo
cuyo conjunto refiere al significado de tutoría académica: tutoría,
tutor y tutorado. Cada palabra se presentó en la parte superior de una
hoja que contenía dos columnas de 15 líneas para anotar las palabras
y los números asignados por los sujetos a la jerarquía de las
mismas.
Procedimiento
El instrumento se aplicó por dos estudiantes de Psicología,
en los salones de clase de los grupos de los estudiantes seleccionados. La
tarea consistió en que éstos escribieran al menos cinco palabras
sueltas (definidoras), sin incluir artículos, conjunciones o preposiciones,
relacionadas con el concepto presentado en cada hoja. Una vez hecho lo anterior,
se les pidió que numeraran cada palabra, asignando el número
uno a la más cercanamente relacionada con el estímulo y así sucesivamente.
Este procedimiento se repitió para cada uno de los estímulos.
Análisis de datos
De acuerdo al esquema propuesto por Reyes (1993) se calcularon
los valores del tamaño de la red (TR), consistente en el número
de definidoras diferentes generadas; el peso semántico (PS), igual a
las frecuencias ponderadas de las definidoras; y las distancias semánticas
(DS), que es la proporción que representa el PS de una definidora en
el conjunto de la red.
Para conformar el conjunto de definidoras centrales o nucleares de la red se
eligió el criterio de las 15 definidoras con mayores pesos semánticos
(Sarmiento, Bravo, Pelcastre, y Aguilar, 1990), incluyendo adicionalmente las
palabras que tuvieran el mismo peso que la última. Asimismo, se obtuvo
un índice de la carga afectiva de las palabras generadas, mediante dos
jueces independientes, quienes las clasificaron en positivas, negativas y descriptivas
(Reyes,1993). Se compararon: el tamaño de la red, las cargas afectivas
y las respuestas globales mediante la prueba Ji-cuadrada de acuerdo al siguiente
diseño con seis grupos, partiendo de cada palabra empleada como estímulo
y el sexo de los respondientes:
Una vez que se identificaron las palabras definidoras comunes a todos los grupos,
se calcularon las correlaciones bivariadas de las distancias semánticas
entre las definidoras de hombres y mujeres, en referencia a cada uno de los
tres conceptos, utilizando la correlación de Spearman para datos ordinales
(Siegel, 1970).
Resultados
El numero más alto
de definidoras generadas (TR), tanto por los hombres como por las mujeres (Tabla 1),
Tabla 1
Tamaño/ Densidad de la Red
|
Tutoría |
Tutor |
Tutorado |
Hombres |
98/4.41 |
90/1.6 |
111/1.47 |
Mujeres |
65/8.82 |
62/3.37 |
63/2.94 |
correspondió al
concepto tutorado, seguido de tutoría. El mayor tamaño de la
red en los tres conceptos correspondió a varones, con diferencias significativas
con respecto a las mujeres (tutoría: ji-cuadrada=5.96, gl=1, p<.02;
tutor: Ji-cuadrada=5.12, gl=1, p<.02; tutorado: Ji-cuadrada=13.24, gl=1,
p<.001). En cuanto a la densidad de las redes (fuerza de las relaciones
entre las diferentes definidoras) las mujeres obtuvieron mayores valores.
Tabla 2
Cargas afectivas de definidoras
|
|
Honmbres |
|
|
Mujeres |
|
(+) |
(-) |
(Ø) |
(+) |
(-) |
(Ø) |
Tutoria |
40 |
32 |
19 |
30 |
14 |
21 |
Tutor |
55 |
18 |
5 |
34 |
20 |
8 |
Tutorado |
51 |
43 |
7 |
32 |
21 |
10 |
En cuanto a la carga afectiva de las definidoras se observó que las frecuencias más altas fueron
positivas y las menores resultaron descriptivas, excepto en el grupo de mujeres
para el concepto tutoría, quienes mostraron un mayor número
de descriptivas negativas. Respecto a los tres conceptos, tutor obtuvo el
mayor número de definidoras positivas seguido de tutorado y tutoría
con el menor número. En las tres palabras empleadas como estímulo,
las frecuencias fueron mayores en los hombres; sin embargo, las diferencias
no resultaron estadísticamente significativas (tutoría; Ji-cuadrada
= 4.36 gl=3, p> .20; tutor: Ji-cuadrada = 3.97, gl=3, p> .20; y tutorado
Ji-cuadrada = 3.84, gl=3, p>.20).
Considerando únicamente las definidoras con cargas positivas y negativas,
la diferencia mayor se manifestó en el grupo de hombres en el concepto
tutor resultando significativa (Ji-cuadrada=18.77, g=1, p.<.001), mientras
que en los otros conceptos y en el grupo de mujeres las diferencias no resultaron
significativas (.10> p>.05).
Tabla 3
Peso y Distancia semántica de definidoras de tutoría
Por otra parte los resultados muestran que en el concepto
tutoría (Tabla 3) los varones generaron como nodos
principales (con distancia semántica mayor de 50) ayuda y orientación,
y como secundarios (menores de 50 pero mayores de 30): apoyo, observación,
asesoría y tiempo. En tanto las mujeres generaron como nodos primarios
ayuda, apoyo y orientación, y como secundario asesoría. Ambos
grupos compartieron las definidoras ayuda, orientación, apoyo, asesoría,
maestro y guía.
Tabla 4
Peso y distancia semántica de definidoras del concepto de tutor
En el concepto tutor (Tabla 4) los varones generaron como
nodos principales maestro (con el 100%), seguido de responsable, orientador,
capaz y ayuda. El resto de las definidoras del conjunto que obtuvieron distancias
entre 30 y 50 fueron: interesados, benefactores, motivante y asesor. Las mujeres
por su parte generaron como nodos primarios: ayuda, maestro responsable y confianza,
y como secundario apoyo y asesoría. Las definidoras compartidas fueron:
maestro, responsable, ayuda y guía
En cuanto al concepto tutorado los varones generaron como nodos principales
responsable, esfuerzo y obligación, y como secundarios: motivados, psicólogo,
interesado, abierto, capaz, eficiente, cooperativo y castigado, y las mujeres
generaron: responsabilidad, estudiante y responsable, y como secundarios: orientado,
ayuda, dudas, interés, orientación esfuerzo y ayudado. Únicamente
esfuerzo y trabajo resultaron presentes en ambos grupos (Tabla 5).
Tabla 5
Peso y distancia semántica de definidoras del concepto de tutorado
Tabla 6
Diistancia semántica de definidoras centrales comunes
El conjunto de definidora comunes en al menos tres grupos
del diseño de seis presentado antes (Tabla 6), fueron
ayuda, responsable, maestro, orientación, apoyo, asesoría, guía,
esfuerzo, trabajo y estudio. Sin embargo, aunque estas definidoras son compartidas,
tienen diferentes pesos y distancias semánticas, por lo cual se calcularon
correlaciones para medir el grado de asociación entre las redes de los
diferentes grupos.
Tabla 7
Corelaciones (Spearman) entre definidoras comunes
Puede apreciarse (Tabla 7), que se obtuvieron correlaciones
perfectas (r=1) entre el concepto tutor de los hombres y el concepto tutorado
de las mujeres. Las féminas y los varones tienen el mismo concepto de
tutorado pues la correlación también resultó perfecta
en este caso. Ahora bien, respecto a tutor y tutorado entre las mujeres la
correlación también resultó perfecta pero negativa. Otras
correlaciones altas significativas se observaron entre hombres y mujeres en
el concepto tutoría (r=.89, p. <.01), y entre las mujeres en cuanto
a los conceptos tutoría, tutor y tutorado (r=.89, p< .01, r=.7, p.<.01,
respectivamente). Por último, en cuatro casos no se pudieron calcular
correlaciones dado que no se encontraron elementos comunes.
Con relación a la muestra total, se observó que el TR más
alto fue en tutorado con 142 definidoras generadas, seguido de tutoría
con 138 y tutor con 131, aunque estas diferencias no resultan estadísticamente
significativas (Ji-cuadrada =.45, gl=2, p, >.80). En las cargas afectivas
para los tres conceptos (Tabla 8), se encontró que
el mayor numero correspondió a tutorado y de éste concepto
las negativas fueron mayores que las positivas (Ji-cuadrada =5.52, gl=1,
p.>.02),
en tanto que respecto a tutor las positivas fueron significativamente mayores
que las negativas (Ji-cuadrada =16.2, gl=1, p.<.001) y en tutoría
no hubo diferencias significativas.
Tabla 8
Frecuencia de definidoras por carga afectiva
Para tutoría los conceptos con mayor PS fueron ayuda, orientación.
asesoría y apoyo; en tanto, para tutor fueron: ayuda maestro, responsable
y confianza. Para tutorado las definidoras centrales resultaron ser responsable
y responsabilidad.
Considerando el peso total en los tres conceptos las definidoras con mayor
ponderación fueron: ayuda, orientación, apoyo, responsable, maestro,
asesoría, responsabilidad y confianza.
Discusión
El primer aspecto a considerar se refiere a las diferencias
entre hombres y mujeres respecto al tamaño (TR) y densidad (D) de la
red. De acuerdo a Figueroa, González y Solís (1981) el significado
surge de un proceso reconstructivo y gradual, incorporando progresivamente
cada vez más elementos interrelacionados, con diversos grados de complejidad
en la red: mientras más palabras tenga la red de un concepto más
se conoce acerca del significado del mismo. Los conceptos con un significado
pobre son aquellos cuya red es muy limitada. Esto implicaría que los
varones tienen un concepto o significado de las tutorías más
rico, con un mayor de número de nodos interconectados. Sin embargo,
al compararlos con la densidad de la red (distancia media entre cada concepto)
de las mujeres Tabla 1, los conceptos correspondientes a la red de los hombres
son más dispersos y menos interconectados; es decir, muestran una menor
fuerza de relaciones entre las diferentes definidoras (Meraz, Carmona y Kano,
1993).
Es importante señalar que como parte de las definidoras centrales los
hombres generaron las definidoras nada, innecesaria, nunca y las mujeres la
definidora no así como pérdida (Tabla 3). Aunque estos términos
constituyen elementos distantes en la red, con pesos y distancias menores,
al formar parte del núcleo de las definidoras se implicaría que
en algún caso o medida se percibe la tutoría como algo sin importancia.
Esto se confirma por las cargas negativas (Tabla 2) generadas por los varones,
cercanas al número de positivas sin que las diferencias fueran significativas,
lo cual refleja un significado paradójico o contradictorio quizá producto
de experiencias negativas con la tutoría, o incluso por las características
culturales del varón mexicano, el cual (de acuerdo a algunos autores,
se mostraría reacio a aceptar una relación de consejo o apoyo
por el “machismo” consabido (Ver a Díaz Guerreo, 1994).
Ambos grupos la asocian también a la definidora tiempo (Tabla 3) lo
que indica que es una actividad que requiere o debe brindársele este
aspecto. No se sabe si lo consideran como una inversión o como un desperdicio,
sobre todo si se toma en consideración la definidora pérdida
dada por las mujeres, con un peso semántico nada despreciable. Una investigación
adicional deberá aclarar este punto. En la misma red, aparece en ambos
grupos la definidora maestro (Tabla 3) lo que indica que los estudiantes asocian
la tutoría con la función docente, con una función del
profesor, lo que coincide con la definición de ANUIES. Sin embargo en
ningún caso los estudiantes la refieren a adaptación, desempeño
o logro académico lo cual pudiera indicar su percepción como
una actividad escolar sin considerar las posibles conexiones con aspectos personales
(familia, trabajo, aspectos emocionales, etc.).
Los nodos de la red generada por el concepto tutor (Tabla 4) identifican a
este actor con el maestro o profesor (definidoras principales), responsable,
asesor, orientador, autoridad. que brinda ayuda y guía. Sin embargo
sólo las mujeres relacionan tutor con conceptos como confianza, confiable,
amigo y respeto, es decir cualidades personales del tutor en tanto los varones
mencionan estudio y trabajo como referentes del ámbito de la actividad
del tutor. Puede verse aquí una influencia del género de los
estudiantes: las mujeres tendieron a dar mayor ponderación a los aspectos
de relaciones interpersonales así como al tinte de las mismas.
Respecto al concepto tutor la propuesta de ANUIES señala que éste
orienta, asesora y acompaña al alumno durante su proceso de enseñanza-aprendizaje.
En su perfil deberá incluir: un amplio conocimiento de la filosofía
educativa subyacente al ciclo y a la modalidad educativa y curricular del área
disciplinar en la cual se efectúe la práctica tutorial; además,
deberá estar dotado de una amplia experiencia académica, poseer
una actitud ética y empática hacia los estudiantes, inspirar
confianza y lograr la aceptación de los tutorados, manteniendo siempre
un diálogo en sentido positivo y la mayor tolerancia hacia sus reacciones,
ser creativo para aumentar el interés del tutorado, crítico,
observador y conciliador (ANUIES,2000: 9).
Además, ANUIES reconoce a la tutoría como un apoyo docente, que
permite una mejor comprensión de los problemas del alumno por parte
del profesor. Esto coincide en el núcleo principal compartido por todos
los estudiantes que participaron en el estudio con la definidora maestro, la
cual aparece entre los primeros pesos semánticos (Tabla 4).
Igualmente, brindar apoyo y supervisión en la metodología de
estudio y de trabajo, dar confianza, conocer y comprender los factores de la
vida personal del estudiante (la cual influye directa o indirectamente en su
desempeño), sugerir actividades extracurriculares y brindar información
académico-administrativa, según las necesidades del alumno, constituyen
las acciones fundamentales del concepto de tutoría. (ANUIES; 2000: 4).
Para los estudiantes la tutoría es, efectivamente, una función
docente, corresponde brindarla al profesor quien debe ser responsable, capaz
y profesional al desempeñarse como asesor, guía y orientador.
Sin embargo su actividad se restringe al ámbito académico, al
estudio, a las asignaturas, al trabajo escolar y al tiempo. La tutoría
fundamentalmente es apoyo, ayuda en esta dirección.
El hecho de que el concepto de tutor generara el mayor número de definidoras
de carga positiva (Tabla 8), puede significar que los estudiantes reconocen
al tutor como un elemento favorable en la tutoría quizá como
resultado de experiencias muy satisfactorias en su relación con el tutor
y con las tutorías. Sin embargo al estar asociada a una actividad remedial,
marginal, enfocada a estudiantes con problemas (como se verá más
adelante), genera significados contradictorios. Algo semejante ocurre con el
concepto de tutorado.
Respecto a las definidoras centrales, se observa una estrecha relación
entre ellas y los conceptos involucrados en la propuesta de ANUIES. En esa
propuesta la tutoría se define en términos de acompañamiento
y apoyo docente para una mejor comprensión de los problemas enfrentados
por el alumno en cuanto a su adaptación al ambiente, a las condiciones
individuales para un desempeño aceptable durante su formación
y para el logro de los objetivos académicos (ANUIES, 2000: 4). Las definidoras
con mayor peso semántico tanto para hombres como para mujeres fueron
ayuda, seguida de apoyo, en el caso de las mujeres y de orientación,
en el caso de los hombres; apoyo, para ellos, resultó en tercer lugar.
Por lo tanto en la red semántica de los estudiantes la función
de tutoría se considera como una ayuda, consistente en apoyo, orientación,
asesoría, y guía y se asocia con estudio y asignaturas; es decir,
la circunscriben al ámbito académico.
El concepto tutorado generó la frecuencia más alta de definidoras
de carga negativa, siendo mayor en hombres que en mujeres (Tabla 5). Para explicar
esto conviene señalar que la propuesta de ANUIES hace referencia indirecta
al estudiante; menciona la comprensión de los problemas que enfrenta
el alumno, por parte del profesor, en lo tocante a su adaptación al
ambiente universitario y a las condiciones individuales para un desempeño
aceptable (ANUIES, 2000: 4); es decir, implícitamente se reconoce que
el estudiante objeto y sujeto de la tutoría es un pupilo en riesgo de
fracaso académico, lo cual es afirmado al señalar como factores íntimamente
relacionados con el fracaso escolar a la desorganización, el retraimiento
social y las conductas disruptivas de los estudiantes (ANUIES, 2000: 4). Esto
explicaría la existencia de cargas negativas en algunos elementos del
significado de tutorado entre los alumnos de la muestra. Sin embargo, paradójicamente
la definidora más importante en hombres y mujeres, respectivamente,
fue responsable y responsabilidad, seguidas de interés o interesado
(Tabla 5). Los varones refieren además en el conjunto de definidoras,
aspectos positivos del estudiante como motivado, abierto, capaz, eficiente,
cooperativo. No obstante, a la vez, refieren obligación, castigado y
regañado, lo cual puede significar una autopercepción positiva
en cuanto a los nodos nucleares; pero en la red completa, también existe
numerosos conceptos negativos indicadores de una ambivalencia, una actitud
de escepticismo hacia la tutoría en cuanto que ésta es entendida
como un apoyo principalmente para estudiantes problema.
En resumen, los resultados señalan diferencias entre hombres y mujeres
en la riqueza, densidad de las redes y en la valoración que hacen de
tutoría y tutor. Las diferencias encontradas en las características
de las redes de hombres y mujeres permiten suponer que existen diferencias
culturales relacionadas con el sexo en el significado de tutoría, por
lo cual será conveniente en otros estudios considerar esta perspectiva.
Los conceptos son valorados positivamente principalmente el de tutor; no obstante,
tutorado generó más definidoras negativas. Las definidoras centrales
de la red fueron: ayuda, orientación, apoyo, responsable, maestro, asesoría,
responsabilidad y confianza; se encontraron correlaciones altas en con los
conceptos de tutorado y tutoría, coincidiendo con los conceptos del
programa institucional de tutorías.
La técnica empleada resultó de utilidad pues permitió observar
cómo valoran y reconocen los estudiantes la función del tutor.
De esta manera, puede considerarse como una estrategia de evaluación
del programa de tutoría, actividad sugerida por ANUIES, basada estrictamente
en los significados del estudiante.
Por otro lado, esta investigación muestra debilidades en cuanto el muestreo
utilizado pues se limita la generalidad de los resultados en virtud de tratarse
de una investigación exploratoria. Otra limitante se deriva del mismo
modelo de las redes semánticas pues mientras puede identificarse la
importancia de los conceptos definidores así como su convergencia, no
puede establecerse su interrelación o interconexiones. Esto requiere
reconsiderar en el uso de las redes semánticas conceptos clasificatorios
para integrar los nodos, lo cual es motivo de pesquisas futuras.
Igualmente, otro punto para investigar en el porvenir es el significado dado
por los docentes y las autoridades a los tres conceptos fundamentales empleado
en el presente trabajo. Un análisis comparativo deberá indicar
puntos de congruencia y de disonancia a fin de establecer estrategias de compaginación
con miras a una mayor efectividad del sistema tutoral.
A partir de los resultados puede concluirse la conveniencia de resaltar ante
los estudiantes, la naturaleza propositiva de las tutorías y su importancia
para el éxito escolar, en lugar de presentarlas como actividades remediales
dirigidas a estudiantes en riesgo.
Asimismo, es deseable presentar las tutorías como un servicio al cual
tiene derecho el alumno, como una estrategia de calidad dentro de la responsabilidad
de la institución. Esto permitiría contrarrestar el significado
negativo, asociado a estudiantes con problemas. Por último, considerando
la importancia que los estudiantes atribuyen al perfil del tutor, es indispensable
brindar especial atención a la función y las competencias de
los tutores. Un programa de formación en este sentido será de
ayuda invaluable.
Aún más, la tutoría puede verse comprendida dentro de
la acción más amplia de la Orientación Educativa, la cual
es “...una práctica universal, ejercida en su expresión
más sencilla, por el hombre que mediante la palabra guía a otro;
que establece con su interlocutor una relación ética o pedagógica
y un vínculo afectivo, que permita ayudarlo en el conocimiento de la
realidad, con el propósito de lograr una ubicación oportuna en
ella, y en ese sentido, cuente con los elementos para desarrollar su proyecto
de vida” (Asociación Mexicana de Profesionales de la Orientación,
1994).
Igualmente, la tutoría no debería verse limitada a sesiones periódicas
u ocasionales dentro de la institución educativa. Debería abarcar
la práctica profesional. En este caso, el tutor iría aproximando
al tutorado paulatinamente a las realidades del ejercicio de la profesión,
con miras a una mejor y más amplia preparación de los futuros
profesionales. Servirían los tutores, así, como modelos a seguir
por los estudiantes.
Con los cambios señalados en los párrafos previos, el significado,
los alcances y la efectividad de la tutoría seguramente se verán
incrementados.
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. se aceptan colaboraciones
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