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La inserción
laboral de egresados de la educación superior en el estado de
Hidalgo
Carlos Rafael Rodríguez Solera
Centro
de Investigación
en Ciencias y Desarrollo de la Educación,
Universidad Autónoma
del Estado de Hidalgo.
Correo-e: [email protected]
Resumen
La educación es uno de los mecanismos más eficaces para
promover la equidad. La evidencia indica una alta correlación
entre el nivel educativo y las remuneraciones que reciben los integrantes
de la PEA. No obstante, en el estado de Hidalgo encontramos que no todos
los egresados universitarios logran emplearse en ocupaciones relacionadas
con las carreras que estudiaron, por lo que experimentan diversas formas
de subutilización de su capital humano y cuando esto se combina
con cierta composición y tamaño de la familia, conduce
a una situación de vulnerabilidad, en la que hogares de profesionales
pueden caer en condiciones de pobreza.
Palabras clave: Egresados, inserción laboral, Universidad Autónoma
del Estado de Hidalgo.
Abstract
E ducation is one of the most efficient mechanisms available to promote
equality. There is evidence that shows a high correlation between the
level education and the income of PEA members. Nevertheless, in Hidalgo
we find that not all university graduates are able to work in activities
related to their career, therefore leading to a subuse of human capital.
The combination of this factor with a given family composition and size
can lead professionals to vulnerability and poverty.
Key words: Graduates, insertion to the labor
market, Universidad Autónoma
del Estado de Hidalgo.
Introducción
Existe un amplio consenso entre los estudiosos
y los encargados de la formulación y ejecución de políticas sociales, en
que la educación es uno de los mecanismos más eficaces
con los que cuenta el Estado para promover la equidad. Se considera que
el aumento de los niveles educativos de la población contribuye
a promover una distribución del ingreso más equilibrada
y a combatir la pobreza. Esto se logra debido a que la educación
se considera desde hace mucho tiempo como uno de los principales mecanismos
de movilidad social ascendente. En las sociedades contemporáneas
se ha observado una alta correlación entre el nivel educativo
y las remuneraciones que reciben los integrantes de la población
económicamente activa (PEA). La teoría del capital humano,
así como la teoría de las capacidades de mercado de Giddens
(1979), explican lo anterior ya sea como resultado de los “retornos” a
las “inversiones” en capital humano, o como producto de la
posesión de calificaciones o “capacidades negociables”.
De hecho, el control de habilidades cognitivas, adquiridas principalmente
en el sistema educativo, es una de las principales formas de acceder
a la clase media en las economías de mercado. No obstante, al
analizar los datos del último censo de población para el
estado de Hidalgo, encontramos a personas que, a pesar de contar con
estudios superiores, viven en familias cuyo ingreso per cápita
las coloca por debajo de la línea de pobreza. Este hecho, en apariencia
contradictorio, nos motivó a estudiar la inserción laboral
de los egresados universitarios del estado, para identificar los factores
que pueden ayudarnos a comprender por qué una parte de las personas
que cuentan con estudios superiores no acceden a los niveles de ingreso
que se esperaría que tuvieran de acuerdo a su nivel educativo.
La inserción laboral de los universitarios
Conocer las ocupaciones y las condiciones de
trabajo que realmente tienen los egresados de carreras universitarias
es un tema particularmente importante,
pues por lo general se parte en forma acrítica del supuesto de
que la simple posesión de un título universitario, le permite
a su poseedor trabajar como profesionista y ubicarse en la parte alta
de la pirámide ocupacional, donde se reciben las mejores remuneraciones.
Posiblemente en el pasado esto pudo haber ocurrido, pero en lo últimos
años la llamada devaluación de las credenciales educativas
ha implicado que muchas personas con estudios superiores deban trabajar
sólo parcialmente en ocupaciones relacionadas con lo que estudiaron
o incluso trasladarse de lleno a otras actividades, cuyo desempeño
no requiere contar con estudios superiores. Si bien esta es una situación
que todos conocemos por experiencias de nuestra vida cotidiana, se ha
contado con poca información confiable sobre la forma cómo
los egresados se incorporan al mundo del trabajo y los estudios institucionales
de seguimiento de egresados dan a lo sumo una visión parcial sobre
el problema1.
En el presente trabajo tratamos de dar una panorámica general
de cómo se insertan en las actividades económicas las personas
que cuentan con estudios universitarios en el estado de Hidalgo, aprovechando
para ello la detallada información que aporta el último
censo de población2. Esto se considera fundamental para entender
por qué los títulos universitarios cuelgan ahora también
en las viviendas de los pobres.
La plena utilización del capital humano3 corporeizado en las personas,
que en este caso se mide mediante la conclusión de estudios universitarios,
se da en aquellos casos en que los egresados trabajan a tiempo completo
realizando labores para cuyo desempeño se requiere cursar estudios
superiores. La subutilización se daría por tanto en aquellos
casos de graduados que no trabajan, que laboran a tiempo parcial o que
desempeñan ocupaciones para las cuales están sobre educados.
La subutilización se daría independientemente de los motivos
que la originen. La “inversión” de tiempo, dinero
y esfuerzo que la sociedad, las familias y los propios individuos han
hecho para “producir” un titulado universitario estará igualmente
subutilizada si se trata de un inactivo (que por propia voluntad ha decidido
no trabajar) o de un desempleado (que desea trabajar pero no ha logrado
colocarse). Lo que cambiaría, claro está, sería
la causa por la que dichas inversiones en capital humano están
subutilizadas. En un caso se origina en preferencias personales y en
el otro en constricciones estructurales ajenas a la voluntad de los individuos.
Consideramos que las distintas formas de subutilización del capital
humano pueden clasificarse de la siguiente forma:
Subutilización visible: Esta es la forma más clara en que
se presenta la subutilización de los recursos humanos calificados.
Cuando un titulado universitario no está trabajando, por las razones
que fuera, es claro que se está dejando de utilizar una capacidad
humana generada mediante el proceso educativo. Se trata de un capital
humano corporeizado que no está participando en la actividad económica.
En esta situación estarían las personas desempleadas o
inactivas.
Subutilización invisible: Una forma más
difícil
de percibir la subutilización es cuando las personas están
incorporadas a la actividad productiva pero en ocupaciones para las cuales
están sobre-calificadas o trabajando en su profesión pero
a tiempo parcial (subempleados).
En el Esquema 1 se han excluido dos categorías que se incluyen
normalmente en la población económicamente inactiva. Los
jubilados no se consideraron debido a que son personas que ya estuvieron
incorporadas a la actividad productiva y que se han retirado por razones
de edad. Por otra parte, no se agrega a los estudiantes como parte de
los profesionistas subutilizados, ya que se considera que son personas
que aunque cuentan con una carrera universitaria, continúan realizando
estudios, generalmente de posgrado, debido en parte a las mismas exigencias
del mercado.
Cuando las instituciones de educación superior formulan los planes
de estudio de las diferentes carreras, parten del supuesto de que al
concluir sus estudios los egresados se incorporarán al mercado
de trabajo. Se piensa por ejemplo que los estudiantes de Derecho de hoy
serán los abogados de mañana. No obstante, al analizar
la inserción laboral de las personas que cuentan con estudios
universitarios se observa que sólo un 46% de los mismos trabajan
a tiempo completo en ocupaciones para las que se requieren estudios universitarios,
mientras que el 54% restante vive diversas formas de subutilización.
Un 12% de los que cuentan con estudios superiores no están incorporados
a la actividad económica, sea por que se trata de población
económicamente inactiva o porque están desempleados. Si
bien la tasa de desempleo es baja y el 88% desempeña alguna ocupación,
un 17% de los universitarios desempeña actividades distintas a
su formación y un 24%, si bien trabaja en actividades relacionadas
con su profesión, lo hace a tiempo parcial
Cuadro 1
Condición de Actividad de la Población que cuenta con
estudios universitarios el en estado de Hidalgo. Números absolutos
y relativos,
2000.
a Se incluye a los
graduados que trabajan más de 35
horas por semana en ocupaciones de Profesionales, Técnicos, Educadores,
Trabajadores del Arte, Directivos, Jefes de Actividades Productivas y
Jefes de Actividades Administrativas, que corresponde a los grupos 11,
12, 13, 14, 21, 51 y 61 de la Clasificación Mexicana de Ocupaciones (en
adelante CMO 2000).
b Incluye a las personas que tienen las mismas
ocupaciones descritas en “a” pero que trabajan menos de 35 horas por
semana.
c Por “Sobre Calificados” se entiende a los graduados que trabajan en ocupaciones
distintas a las especificadas en “a”. Se trata de ocupaciones como las de
artesanos, obreros, comerciantes, conductores u oficinistas, que en ningún
caso requieren de educación universitaria para ejercer la actividad.
Fuente: Elaboración propia a partir de: INEGI. Base de Datos del Cuestionario
Ampliado del XII Censo General de Población y Vivienda 2000. .
Si consideramos sólo a la PEA ocupada, se observa que un 19.7%
ocupa posiciones para las que está sobre calificado, un 27.7%
labora en su profesión pero a tiempo parcial y sólo cerca
de la mitad (52.6%) trabaja en actividades profesionales a tiempo completo.
Los datos expuestos permiten afirmar que hay una importante subutilización
de las inversiones en educación que se han hecho para formar a
profesionistas universitarios que, una vez graduados no trabajan o desempeñan
actividades distintas a su formación. Una interrogante que surge
de inmediato es si esta situación afecta por igual a los egresados
de todas las carreras o si hay algunas donde la situación es mejor.
La otra gran interrogante es si, a pesar de no conseguir empleo en la
profesión que estudiaron, la educación ha significado siempre
un mecanismo de movilidad social para los egresados. En otras palabras, ¿permite
la educación mejorar los niveles de remuneración de los
ocupados aún cuando desempeñen actividades que no requieren
contar con credenciales educativas? Estas son algunas de las interrogantes
que intentaremos contestar en las páginas que siguen.
La inserción laboral de los egresados
de acuerdo a las carreras que estudiaron
Cuando se estudia la inserción laboral de egresados
de distintas disciplinas, se hace evidente que las condiciones que enfrentan
los universitarios
para incorporarse al mundo del trabajo dependen en buena medida de la
carrera que estudiaron. Los datos del Cuadro 2 permiten comprender esta
situación. En primer lugar destaca el hecho de que no se presentan
altas tasas de desempleo entre los egresados universitarios, como lo
señalan algunas publicaciones alarmistas de la prensa4. En la
mayoría de las carreras las tasas de desocupación oscilan
entre 1 y 2.5% y sólo en las disciplinas artísticas es
donde se presenta una tasa de 6.8%, sensiblemente mayor a la que se da
en el resto de las carreras. Pero más importante aún que
el desempleo abierto, son las otras formas de subutilización de
la capacidad adquirida en el sistema educativo, que se dan entre los
egresados de distintas carreras5 Los que logran
trabajar a tiempo completo en actividades relacionadas con la disciplina
que estudiaron, son principalmente
los egresados de arquitectura, ciencias de la salud e ingenierías,
en las que entre un 57 y un 66% ejercen su profesión.
Un segundo grupo lo forman los egresados de Ciencias Sociales, Química,
Economía, Administración y ciencias agropecuarias, en las
que la proporción de personas plenamente empleadas está en
el rango de 47 a 52%. Finalmente, hay un grupo de profesiones en las
que la incorporación plena al mercado de trabajo es menor. Sólo
entre un 28 y un 42% de los egresados de las carreras de Educación,
Biología, Artes, Matemática y Humanidades desempeña
a tiempo completo una ocupación afín a sus estudios.
Cuadro 2
Condicion de ctividad de la población que cuenta con estudios universitarios
en el estado de Hidalgo según la carrera. Números relativos 2000
Fuente: Elaboración propia a partir de: INEGI. Base de Datos del Cuestionario Ampliado del XII Censo General de Población
y Vivienda 2000
Si se analiza en detalle las formas de subutilización, vemos que
las carreras del primer grupo son las que tienen las menores proporciones
de empleados a tiempo parcial (caso de Arquitectura e Ingenierías)
o de personas trabajando en ocupaciones no calificadas (caso de Ciencias
de la Salud). Estos son los factores que mayor peso tienen en la tasa
de subutilización total, por lo que las carreras del tercer grupo
son, en contraste, las que presentan mayores niveles de empleo parcial
(casos de Educación, Físico-Matemática, Biología
y Artes) y las del grupo intermedio presentan altos porcentajes de egresados
que trabajan en ocupaciones para las que están sobrecalificados
(casos de Ciencias Agropecuarias, Economía y Administración).
Como se ve la situación es compleja. No puede afirmarse con certeza
que estudiar una determinada carrera conduzca plenamente al éxito
o al desempleo. Hay carreras como las de Educación que tienen
una tasa de desocupación muy baja (0.4%) pero una alta proporción
(55%) de personas que trabajan menos de 35 horas a la semana.
Si bien la subutilización se presenta en todas la disciplinas,
son diversas las formas que adopta. En los casos de Economía,
Administración y Ciencias Agropecuarias una pequeña proporción
trabaja a tiempo parcial (10% y 13% respectivamente) pero son las carreras
en las que un mayor porcentaje de los egresados ocupan puestos para los
que están sobre calificados. Las estrategias que adoptan las personas
para acceder al empleo pueden originarse en múltiples factores:
la flexibilidad de horarios, las posibilidades del ejercicio liberal,
la distribución por sexo y edad de los integrantes del gremio
y las carreras específicas que se agrupan en cada categoría.
No podemos profundizar en este trabajo en cada caso particular, pero
sí es necesario hacer algunas observaciones generales.
Las carreras del grupo de “Arquitectura y Diseño” son
las que presentan una mayor incorporación al ejercicio profesional,
lo cual se aprecia en prácticamente todos los indicadores utilizados.
En segundo lugar están las disciplinas de Ciencias de la Salud,
en las que el desempleo es muy bajo (0.4%) y muy pocas personas trabajan
en ocupaciones de baja calificación. Los que han estudiado ingenierías,
tienen también buenas oportunidades de trabajar en su campo, aunque
presentan uno de los niveles más altos de incorporación
a otras actividades, pues una cuarta parte de los egresados trabajan
en ocupaciones para las que están sobre calificados. Un cuarto
lugar lo ocupan los que han estudiado Ciencias Sociales, que aunque presentan
una baja tasa de desempleo (1.6%) cuentan con niveles moderados de empleo
parcial y de sobre calificación. Las Ciencias Químicas
están en una situación similar, aunque aquí hay
una mayor proporción de personas que no se incorporan al mundo
laboral.
El sexto lugar de la lista lo ocupa el grupo que estudió carreras
de Economía, Administración y Contaduría, debido
principalmente a la alta proporción de egresados que trabajan
en otras ocupaciones. Los que cursaron Ciencias Agropecuarias tienen
también dificultades para trabajar en su campo y presentan el
nivel más alto de trabajo en ocupaciones distintas a las de su
formación, casi una tercera parte (32%) de los que cursaron estas
disciplinas y pertenecen a la Población Económicamente
Activa laboran en actividades para las que están sobre calificados.
Un octavo lugar es ocupado por los que estudiaron disciplinas humanísticas,
no tanto porque trabajen en otras actividades, sino porque muchos laboran
a tiempo parcial. Algo similar ocurre con los físicos y matemáticos,
aunque la mayoría trabaja en su campo, un 44% labora menos de
35 horas a la semana.
Los que estudiaron Arte tienen menos oportunidades que los de otras carreras
de trabajar en lo que aprendieron. Sólo una tercera parte de los
que estudiaron, laboran a tiempo completo en este campo, la mayoría,
o bien se emplea a tiempo parcial, o realiza otras actividades, como
ya se indicó es, además, el grupo que presenta un mayor
nivel de desempleo. Los dos últimos lugares de la lista corresponden
a los egresados de Ciencias Biológicas y atmosféricas,
así como a los de Educación. En ambos casos lo que permite
afirmar que existe una subutilización, es el alto porcentaje de
profesionistas que trabajan sólo tiempos parciales, curiosamente
los egresados de Educación son los que menos se emplean en actividades
distintas a las que estudiaron.
Los ingresos de los universitarios
Existen diferencias importantes en los ingresos
que obtienen las personas de acuerdo con la carrera que han estudiado
y la forma como se insertan
en el mercado laboral. Los que logran emplearse como profesionales de
tiempo completo (plenamente empleados) son los que suelen recibir las
mejores remuneraciones, las que, por supuesto, son siempre mayores a
las de los que trabajan a tiempo parcial (subempleados), la única
excepción a esto lo constituyen los egresados de Educación,
posiblemente debido a que quienes trabajan menos de la jornada completa
lo hacen en el nivel superior, mientras que la mayor parte de los que
trabajan a tiempo completo laboran en educación básica.
Existen, por otra parte, importantes diferencias de ingreso entre los
profesionales plenamente empleados. Los que estudiaron Ciencias de la
Salud son los que reciben mejores remuneraciones. Al comparar con este
grupo al resto de profesionales, vemos que las peores retribuciones las
reciben los que estudiaron Humanidades y Educación, que ganan
cerca de la mitad de lo que reciben los médicos.
Cuadro 3
Ingreso Promedio mensual por trabajo de la Población que cuenta con estudios
universitarios en el estado de Hidalgo, por condición de actividad, según carrera.
Números absolutos y relativos, 2000.
a En esta columna aparece el resultado de la división del ingreso promedio mensual de los Profesionales de Tiempo Completo (PTC) entre el ingreso medio de los PTC del área de Ciencias de la Salud, que son los que obtienen las mejores remuneraciones.
b Este es el resultado de dividir el ingreso que reciben
los egresados que trabajan a tiempo completo en actividades totalmente distintas
a su carrera, (SCTP) entre lo que ganan sus colegas que sí ejercen la profesión que estudiaron, también
a tiempo completo (PTC).
c Este indicador surge al dividir el ingreso que reciben
los egresados universitarios que se dedican a ocupaciones para las que no se
requiere contar con educación superior (SCTP) entre el ingreso promedio mensual que obtienen las personas que se dedican a esas mismas ocupaciones pero que cuentan con menos de 16 años de educación formal. En el caso de Hidalgo el ingreso medio de estos trabajadores es de 2,203 pesos al mes, por lo que el indicador resulta de: SCTP/2203.
Fuente: Elaboración propia a partir de: INEGI. Base de Datos del Cuestionario Ampliado del XII Censo General de Población
y Vivienda 2000.
Esta situación es coherente con lo encontrado en otras investigaciones.
En su análisis sobre el salario de los maestros en América
Latina, la CEPAL encuentra que en los países analizados “...los
profesores de primaria y de enseñanza secundaria obtienen una
retribución promedio por año de estudio muy inferior a
la de otros profesionales y técnicos asalariados. En Brasil, Panamá,
Paraguay y Uruguay es entre 25% y 30% más baja y entre 35% y 50%
en Bolivia, Chile y Ecuador” (CEPAL, 1998:128).
Es importante señalar que los grupos analizados son heterogéneos,
pues están formados por carreras muy diversas, por lo que, a su
interior pueden existir algunas disciplinas que sean mucho mejor remuneradas
que otras. No obstante, el Cuadro 3 nos permite contar con una panorámica
de las grandes tendencias que se presentan en cuanto a la remuneración
de los profesionistas en diversas áreas del conocimiento.
Otro dato importante es que si bien el trabajar en actividades no calificadas
significa en muchos casos una disminución del ingreso que se recibiría
si se ejerciera la profesión, esto no es necesariamente así en
todas las carreras. Es más, en los casos de los egresados de las
disciplinas de Economía, Arquitectura, Química y Agronomía
se presenta la paradoja de que quienes no trabajan como profesionales
ganan incluso más que quienes sí lo hacen. En la mayoría
de las carreras, sin embargo, el trabajar en actividades no profesionales
significa para las personas un ingreso de entre 45% y 85% de lo que obtendrían
si trabajaran en su profesión.
El dato más significativo, sin embargo, es el ingreso que obtienen
los egresados universitarios que realizan actividades no calificadas,
cuando se les compara con otros trabajadores que desempeñan las
mismas ocupaciones, pero que cuentan con una menor preparación
académica. La última columna del Cuadro 3 muestra que en
la mayoría de los casos, los universitarios que desempeñan
ocupaciones para las que están sobre calificados ganan entre el
doble y el triple de lo que reciben otros trabajadores que cuentan con
menos educación. En el peor de los casos, el ingreso medio de
quienes cuentan con educación superior es 37% mayor que el de
los trabajadores con un menor nivel educativo.
Las mayores remuneraciones que reciben los profesionales han sido explicadas
de diversas maneras. El funcionalismo estructural plantearía que
son gratificaciones que el sistema social debe dar a los individuos más
competentes para compensar el esfuerzo que hacen en estudiar, garantizando
así que se realicen funciones que son importantes para el sistema
en su conjunto. Un enfoque weberiano sostendría que los profesionales
cuentan con capacidades valoradas en el mercado, lo que les permite acceder
a un mayor nivel de ingreso que el que tendrían quienes realizan
trabajos que requieren poca calificación. La teoría del
capital humano diría que las mayores retribuciones constituyen
retornos a las inversiones en educación que hicieron los individuos.
Para el caso de América Latina se plantea además una concepción “rentista” de
la educación en el sentido que las credenciales educativas constituyen
una suerte de título nobiliario que le permite a quien lo posee,
tener acceso a mayores remuneraciones independientemente de su desempeño
económico6.
Estos aportes teóricos pueden explicar por qué los profesionales
obtienen mejores remuneraciones que los trabajadores no calificados,
pero en este caso encontramos personas educadas que no ejercen su profesión;
son individuos que, aunque cuenten con educación universitaria,
desempeñan ocupaciones no calificadas. El contar con credenciales
educativas permite entender los mayores niveles de ingreso en aquellas
ocupaciones que sólo con esas credenciales se pueden ejercer.
Pero en las ocupaciones que no se requiere credencial alguna las diferencias
de ingreso tienen otro origen. Pareciera que estamos en presencia de
un fenómeno completamente distinto al que origina las diferencias
entre los profesionales y los que no lo son. La educación superior
no sólo transmite habilidades y conocimientos, transmite también
un complejo conjunto de actitudes y valores que algunos autores denominan
como los “códigos de la modernidad”:
La competitividad actualmente no se materializa
tanto en adquirir conocimientos enciclopédicos o de oficio sino en aprender a aprender, vale decir,
incorporar capacidad para generar y procesar información y para
adaptarse a los cambios en los procesos productivos (Hopenhayn y Ottone,
2000: 102).
Nuestra hipótesis es que la realización de estudios universitarios
suele provocar la adopción de formas de acción social radicalmente
distintas a las que caracterizan a amplios sectores no educados de la
población, que se orientan por formas de acción tradicional.
En términos de Weber diríamos que la educación superior,
independientemente de la disciplina y de los conocimientos específicos
que transmita, suele provocar la adopción de formas de “acción
social racional con arreglo a fines”. La orientación de
los individuos según las pautas de la acción instrumental
es lo que les permite ser más competitivos cuando se incorporan
a actividades distintas a su formación.
Los profesionales pobres
A pesar de las mejores remuneraciones que obtienen
los universitarios, aún cuando trabajen en ocupaciones no calificadas, la educación
no constituye una vacuna que nos inmunice contra la pobreza. De acuerdo
con los datos que arroja el último censo, un 16.5% de los egresados
integrantes de la PEA vivían en hogares pobres7, cifra que se
eleva a 20.9% cuando consideramos al total de personas con estudios superiores.
Si analizamos al interior del grupo de “profesionales pobres”,
se observa que esta situación afecta principalmente a los egresados
de las carreras de Educación, Ciencias Sociales y Economía;
la probabilidad condicional de ser pobre, dado que se estudió alguna
de estas carreras es de 0.231, 0.167 y 0.166 respectivamente. En lo relativo
a la condición de actividad, si bien cerca del 60% de los profesionales
pobres pertenece a las categorías de subempleados o sobrecalificados,
no todos están en esa condición, pues la incidencia de
la pobreza se da incluso en personas que trabajan como profesionales
de tiempo completo. De acuerdo con los datos del Cuadro 4, el grupo más
vulnerable parece ser el de los educadores que trabajan a tiempo parcial.
Cuadro 4
Porcentaje de total de profesionales pobres ocupados, por condición de actividad,
según
carrera, 2000.
Fuente: Elaboración propia a partir de: INEGI. Base de Datos del Cuestionario Ampliado del XII Censo General de Población
y Vivienda 2000
No obstante, el hecho de que la mayoría de los profesionales pobres
sean egresados de educación, no significa que la mayoría
de los que estudiaron esa carrera estén en condición de
pobreza. El fuerte peso que tiene este grupo dentro del conjunto de los
pobres se puede originar en que es un grupo numeroso (32% del total de
profesionales ocupados).
El Cuadro 5 permite ver con mayor detalle la incidencia de la pobreza
al interior del grupo de egresados de una determinada carrera. Como se
observa, sólo el 17% de los que estudiaron educación viven
en familias pobres, proporción que es mucho mayor entre los de
otras disciplinas como Ciencias Sociales y Ciencias Agropecuarias.
Cuadro 5
Porcentaje de total de profesionales sobre el total de profesionales
ocupados, por condición
de actividad, según
carrera, 2000.
Fuente: Elaboración propia a partir de: INEGI. Base de Datos del Cuestionario Ampliado del XII Censo General de Población
y Vivienda 2000
Se da el caso de egresados que trabajan en ocupaciones que si bien requieren
formación universitaria, no necesariamente consisten en el ejercicio
directo de su profesión. Hay por ejemplo, médicos, abogados
o ingenieros que trabajan como profesores y muchos otros profesionales
que laboran en puestos directivos o de supervisión. Es por ello
que parece importante no sólo ver las carreras que las personas
han estudiado, sino también las ocupaciones que están desempeñando.
El Cuadro 6 deja ver claramente que el grupo ocupacional más afectado
por la pobreza es precisamente el de los trabajadores de la educación,
en el cual se incluye tanto a egresados de esa disciplina como a los
de otras carreras pero que trabajan como docentes. Esto parece reforzar
la hipótesis de que los egresados que se dedican al campo educativo
son los más vulnerables a caer en situación de pobreza,
dado que son los que reciben las remuneraciones más bajas y los
que representan el principal grupo al interior de los profesionales pobres,
tanto al analizar las carreras estudiadas como las ocupaciones que se
desempeñan.
Cuadro 6
Porcentaje de total de profesionales pobres
ocupados en labores relacionadas con su formación, por condición
de actividad, según
carrera, 2000.
Fuente: Elaboración propia a partir de: INEGI. Base de Datos del Cuestionario Ampliado del XII Censo General de Población
y Vivienda 2000
Esto nos permite concentrar nuestra atención en los profesionales
que laboran como trabajadores de la educación, que si bien no
es el único grupo, sí es el más numeroso. Un primer
aspecto es que no todos los educadores están en condición
de pobreza, de hecho vimos que incluso la proporción de pobres
al interior del grupo de egresados de educación es menor al que
se presenta entre otros egresados. ¿Por qué algunos educadores
viven en hogares pobres y otros no? Los datos del Cuadro 7 permiten inferir
que es una particular combinación de factores los que llevan a
que los trabajadores de la educación sean vulnerables a la pobreza.
Un factor importante es el monto de los ingresos por concepto de trabajo
que reciben los educadores. Quienes pertenecen a familias pobres reciben
una remuneración por hora menor, debido posiblemente a que cuentan
con menos experiencia o a que trabajan en condiciones laborales más
precarias, en forma interina y con menos prestaciones. Los educadores
pobres ganan aproximadamente tres salarios mínimos, lo que equivale
a 2.54 líneas de pobreza (LP) en el medio urbano y a 3.91 LP en
la zona rural. Para que una familia viva sobre la línea de pobreza,
considerando sólo este ingreso, debe tener a lo sumo entre dos
y tres personas. Pero como vemos el tamaño medio de los hogares
de los maestros pobres es de seis personas. Por otra parte, la familia
de un maestro podría superar la condición de pobreza si
cuenta con un mayor número de perceptores o con otras fuentes
de ingreso adicionales al salario del educador. Como puede verse, en
las familias no pobres cuentan con ingresos adicionales que representan
el 47% de los ingresos totales del hogar, mientras en los hogares pobres
este tipo de ingresos extra sólo constituye cerca del 26% de los
ingresos familiares.
Cuadro 7
Indicadores sobre los ingresos personales y familiares de trabajadores
de la educación del estado de Hidalgo, que cuentan con estudios universitarios
según condición de pobreza, 2000.
Fuente: Elaboración propia a partir de: INEGI. Base de Datos del Cuestionario Ampliado del XII Censo General de Población
y Vivienda 2000
En consecuencia los principales factores que inciden para que las familias
de los educadores vivan en condiciones de pobreza son:
a) Un menor ingreso por trabajo que se origina en las bajas remuneraciones
que reciben por unidad de tiempo y no tanto porque trabajen menos tiempo.
b) Una menor cantidad de ingresos adicionales al salario del educador,
que puede originarse en un menor número de perceptores o en la
ausencia de fuentes alternas de ingreso (rentas, intereses, becas, etc.).
c) Un mayor tamaño del hogar, que implica que el ingreso per cápita
se reduzca drásticamente.
Cuando se obtienen los indicadores anteriores
para el conjunto de los profesionales, los resultados son muy similares,
aunque las cifras varían
la situación es en esencia la misma, lo que nos lleva a concluir
que los aspectos mencionados: bajos ingresos por trabajo, un tamaño
de hogar grande y pocas fuentes de ingreso adicional, son los principales
factores que inciden en la vulnerabilidad de los profesionales a la pobreza.
Cuadro 8
Indicadores sobre los ingresos personales y familiares de miembros ocupados
de la PEA del estado de Hidalgo,
que cuentan con estudios universitarios y desempeñan funciones relacionadas
con su carrera, según
condición
de pobreza, 2000.
Fuente: Elaboración propia a partir de: INEGI. Base de Datos del Cuestionario Ampliado del XII Censo General de Población
y Vivienda 2000
Es importante destacar que ninguno de estos factores por sí mismo
explica completamente la pobreza, sino la particular combinación
con que se presentan. Por ejemplo se puede tener un ingreso bajo, pero
si el hogar es pequeño, no caerá bajo la línea de
pobreza. Un hogar grande, por su parte, no siempre implica que la familia
será pobre. Depende de la composición por edad. En un hogar
grande pueden haber varias personas que trabajen, por lo que el ingreso
total del hogar puede aumentar y contar con ingresos suficientes para
no ser considerado como pobre. Lo importante de destacar es que hay un
grupo importante (14% de los egresados ocupados que ejercen actividades
profesionales) que no gana lo suficiente para mantener a una familia
de cinco miembros. El ingreso mínimo requerido para que una familia
de ese tamaño esté fuera de la pobreza es de $5,719M.N.
(5LP). Esa sería la cantidad mínima que debería
ganar mensualmente un profesional, suponiendo una familia tradicional
con un sólo perceptor, para estar fuera de la pobreza. Pero, como
hemos visto, el salario promedio de los profesionistas pobres es de sólo
$3,575M.N, lo que coloca a su familia en condiciones de pobreza cuando
no hay otros perceptores (por ejemplo que el cónyuge trabaje)
u otras fuentes de ingreso (como tener un negocio propio, una ocupación
adicional o recibir ingresos por concepto de rentas, intereses, remesas,
etc.).
Conclusión
La educación constituye sin duda uno de los más importantes
mecanismos de movilidad social y un instrumento en el que se tienen cifradas
grandes esperanzas, debido a su potencial para promover sociedades democráticas
y equitativas, que puedan insertarse exitosamente en las nuevas condiciones
que se viven en una economía globalizada y en lo que cada vez
se perfila con más claridad como la sociedad de la información
y el conocimiento.
Todo esto ha llevado a que la educación adquiera una creciente
importancia, no sólo por la necesidad de promover la cultura,
sino porque se reconoce como uno de los motores fundamentales del desarrollo
económico a mediano plazo. No obstante, los enormes esfuerzos
que se hacen en la formación de capital humano no siempre tienen
el efecto esperado. Existe una importante subutilización de recursos
humanos que, luego de pasar por un largo y costoso proceso educativo,
no encuentran empleo en las actividades para las cuales se formaron.
Esto implica costos para el Estado, que financia parte de la educación
superior, para las familias, que deben restringir sus gastos para financiar
la educación de sus hijos y para los jóvenes, que deben
invertir tiempo y dedicación. Pero, más allá de
los cálculos económicos, la subutilización de los
profesionales tiene un costo social y psicológico: la sensación
personal de frustración cuando el joven egresado no logra alcanzar
las expectativas por las que ha luchado y la percepción de que
vivimos en sociedades en las que el éxito no tiene relación
con la capacidad o el esfuerzo individual, sino con estructuras de poder
que distribuyen recompensas de acuerdo a criterios que no toman en cuenta
el desempeño personal.
Al contrario de lo que indica el sentido común, y de lo que puede
ocurrir en otro tipo de sociedades, en el caso estudiado la falta de
oportunidades no se expresa en un desempleo masivo de titulados universitarios,
sino en formas menos evidentes de lo que hemos llamado la subutilización
invisible. Esto es, formas de subempleo y de trabajo en ocupaciones para
las que se está sobre calificado; y no podría ser de otra
forma, si se considera el hecho de que no existen mecanismos de seguridad
social que le permitan a alguien estar desempleado durante mucho tiempo.
La persona no puede esperar hasta que aparezca el empleo que quiere,
sino tomar el primero que le permita generar ingresos.
A pesar de que desde el punto de vista social no se emplea plenamente
la capacidad de los recursos humanos que se han formado, desde una perspectiva
individual la educación continúa siendo un mecanismo para
acceder a mayores ingresos, aún cuando no se trabaje en la profesión
que se estudió. Las remuneraciones que obtienen los egresados
universitarios son sensiblemente mayores a las que reciben las personas
que no han estudiado, independientemente de la actividad que realicen,
lo cual refuerza la idea de que, a pesar de todo, la educación
continúa siendo importante como mecanismo de movilidad social.
Los egresados han mejorado sus ingresos pero no por las vías esperadas,
pareciera que la necesidad, madre de la creatividad, impulsa formas inéditas
de movilidad social, que podrían estar escapando a la capacidad
de interpretación que tenemos con nuestros actuales marcos analíticos.
No obstante, el impacto positivo que la educación tiene, independientemente
de si se ejerce o no la carrera estudiada, hay un grupo importante de
profesionales que aunque se desempeñan como tales, reciben remuneraciones
tan bajas que, cuando esta situación se conjuga con otros factores
como un tamaño grande del hogar y la ausencia de fuentes alternas
de ingreso, la familia del profesional es vulnerable a caer en la pobreza.
Esta situación afecta a todos los profesionales pero se manifiesta
con particular claridad en los trabajadores de la educación, que
es el grupo ocupacional más numeroso, el que recibe remuneraciones
más bajas y uno de los que tiene más peso en el conjunto
de los profesionales pobres. Este caso es un doloroso ejemplo de que
si bien la educación continúa siendo un mecanismo de movilidad,
la depreciación de las credenciales educativas está llevando
ya a que algunos profesionales vivan en condiciones de pobreza, lo cual
llama la atención sobre los límites de la ampliación
indiscriminada de la oferta educativa como mecanismo de movilidad social.
Referencias
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seleccionadas, México, Grupo Financiero Banamex-Accival.
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Fondo de Cultura Económica.
Rico, José Luis (2000). “Fábrica de desempleados.
Nuevos abogados saturan mercado de profesionales”, El Sol de Hidalgo,
13 de abril.
1 Los estudios de egresados suelen partir
de una visi ón
micro. A las instituciones que realizan los estudios les preocupa fundamentalmente
cuál ha sido el desempeño que sus propios egresados han tenido en el mercado
laboral. Les interesa, asimismo, los comentarios que los empleadores hacen
sobre la formación de sus profesionales a fin de introducir mejoras curriculares.
Estos estudios suelen hacerse en forma independiente para cada carrera y
en distintos periodos, pero en ningún caso se cuenta con una visión general
del problema que permita conocer, por ejemplo, cuál es la situación laboral
de todos los egresados de una determinada disciplina (y no sólo de los que estudiaron
en una institución), o comparar si los niveles de desempleo son mayores en algunas
carreras que en otras, etc. La información sobre carreras universitarias cursadas,
años de estudio, grados académicos y situación ocupacional de los entrevistados,
que se recogió en el cuestionario ampliado del censo de población del año 2000,
permite conocer en detalle la inserción laboral de los egresados y realizar
múltiples comparaciones entre los mismos«volver«.
2 El universo de nuestro estudio
son todas las personas residentes en el estado de Hidalgo que hayan
estudiado una carrera a nivel de licenciatura, maestría o doctorado y cuenten al menos con cuatro años de estudios universitarios. Los datos que se analizan en el presente trabajo provienen del “cuestionario ampliado” de la encuesta por muestreo que se aplicó en el censo de población de 2000 (INEGI, 2001). Para las personas familiarizadas con los procedimientos de cómputo, el universo se definió mediante el siguiente filtro: “Select if nomcar_c >= 3111 & nomcar_c <= 6990 & escoacum >= 16”. Donde “nomcar_c” es la variable “nombre de la carrera”, es este caso se incluye a personas que han cursado carreras profesionales (códigos 3111-49990) o que cuentan con maestría o doctorado (códigos 5110-6990). “escoacum” es la variable “Escolaridad Acumulada”. En este caso se seleccionaron personas que contaran con 16 o más años aprobados en la educación formal.
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3 El concepto de “capital humano” se refiere al conjunto de capacidades humanas que, además de formar parte del bienestar económico de la población, son útiles en el momento de la producción (Canudas, 2000: 6). Existen muchas definiciones de este concepto, en el presente trabajo utilizamos el adoptado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD) la cual lo considera como “el conocimiento, las habilidades, competencias y otros atributos corporeizados en los individuos que son relevantes para la actividad económica” (Citado por Canudas, 2000:7). Siguiendo la forma como este concepto ha sido operacionalizado para efectos de medición, utilizamos como indicador de la acumulación
de capital humano el nivel de escolaridad. Estudiaremos en particular,
en el presente documento, a las personas que cuentan con estudios universitarios,
por considerar que se trata de una variable que puede dar una idea de
la forma como el capital humano se distribuye al interior del estado.
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4 “Fábrica de desempleados” es el título de primera plana, a ocho columnas, que el diario El Sol de Hidalgo da a una noticia sobre la formación de abogados en el estado (Rico, 2000:1).
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5 Para efectos de análisis se utilizan los grupos definidos en el catálogo de carreras del censo de 2000, sumando en cada caso los egresados de licenciatura, maestría y doctorado. Las carreras específicas que se incluyen en cada grupo son las siguientes: Arquitectura y Diseño: Arquitectura, Urbanismo, Diseño Industrial y Diseño Gráfico. Biología y Meteorología: Biología, Biotecnología, Ecología, Ciencias del Mar y Meteorología. Ciencias Agropecuarias: Agronomía, Veterinaria, Ingeniería Forestal e Ingeniería Pesquera. Ciencias de la Salud: Medicina, Odontología, Enfermería, Nutrición e Ingeniería Biomédica. Ciencias Humanísticas: Filosofía, Historia, Antropología, Literatura e Idiomas, Psicología, Teología y Religión. Ciencias Químicas: Química, Farmacia y Bioquímica. Ciencias Sociales: Sociología, Trabajo Social, Demografía, Ciencias Políticas, Administración Pública, Relaciones Internacionales, Comunicación, Derecho y Geografía. Disciplinas Artísticas: Artes Plásticas, Música, Danza, Teatro y Cine. Economía y Administración: Economía, Administración, Contaduría, Turismo, Biblioteconomía y Mercadotecnia. Educación: Preescolar, Primaria, Secundaria, Normal y Pedagogía. Ingenierías: Civil, Metalúrgica, en Minas, Petrolera, en Computación, Eléctrica, Mecánica, en Transportes, Topográfica, Geológica y Aeronáutica. Física y Matemáticas: Matemática, Actuaría, Estadística, Física, y Astronomía.
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6 De acuerdo con Germán Rama: “El conocimiento y la educación pasaron a ser consideradas como una ‘renta’ y no como una actividad de producción social cuya consecución reclamaba importantes ‘inversiones’ colectivas e individuales y de un know how propio de una institución especializada: la educación” (Rama, 1995:225).
Fuente: Elaboración propia a partir de: INEGI. Base de Datos del Cuestionario Ampliado del XII Censo General de Población y Vivienda 2000.
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7 La distinción entre “pobres” y “no pobres” se hizo de acuerdo al método de la Línea de Pobreza. Se usó la línea de pobreza construida por la CEPAL (1999: 53) para México, que se define como un ingreso per cápita de US$120.4 para las áreas urbanas y U
las áreas urbanas y US$78 para las áreas rurales. Se definieron como urbanas las localidades con más de 20,000 habitantes y se consideró únicamente a la población con ingreso conocido. El ingreso per cápita se calculó a partir de los ingresos totales del hogar divididos entre el número de integrantes del mismo. Los ingresos no se ajustaron por imputaciones de ingreso equivalente por vivir en casa propia, ni se corrigieron por cuentas nacionales ni por ningún otro método.
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