Revista de la Educación Superior
Sitio de ANUIES Cartas al Director
Directorio de ANUIES
Numero Anteriores
Por Autor
Búsuqeda
Inicio

Revista de la Educación Superior
Vol. XXXII(3), No. 127, Julio-Septiembre de 2003.
ISSN: 0185-2760


Julio - Septiembre
.......................................... Contenido
Consejo Editorial
Estudios e Investigaciones
La inserción laboral de egresados de la educación superior en el estado de Hidalgo
Carlos Rafael Rodríguez Solera
Centro de Investigación en Ciencias y Desarrollo de la Educación,
Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.
Correo-e: [email protected]


Resumen

La educación es uno de los mecanismos más eficaces para promover la equidad. La evidencia indica una alta correlación entre el nivel educativo y las remuneraciones que reciben los integrantes de la PEA. No obstante, en el estado de Hidalgo encontramos que no todos los egresados universitarios logran emplearse en ocupaciones relacionadas con las carreras que estudiaron, por lo que experimentan diversas formas de subutilización de su capital humano y cuando esto se combina con cierta composición y tamaño de la familia, conduce a una situación de vulnerabilidad, en la que hogares de profesionales pueden caer en condiciones de pobreza.

Palabras clave: Egresados, inserción laboral, Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.

Abstract

E ducation is one of the most efficient mechanisms available to promote equality. There is evidence that shows a high correlation between the level education and the income of PEA members. Nevertheless, in Hidalgo we find that not all university graduates are able to work in activities related to their career, therefore leading to a subuse of human capital. The combination of this factor with a given family composition and size can lead professionals to vulnerability and poverty.

Key words: Graduates, insertion to the labor market, Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.

Introducción

Existe un amplio consenso entre los estudiosos y los encargados de la formulación y ejecución de políticas sociales, en que la educación es uno de los mecanismos más eficaces con los que cuenta el Estado para promover la equidad. Se considera que el aumento de los niveles educativos de la población contribuye a promover una distribución del ingreso más equilibrada y a combatir la pobreza. Esto se logra debido a que la educación se considera desde hace mucho tiempo como uno de los principales mecanismos de movilidad social ascendente. En las sociedades contemporáneas se ha observado una alta correlación entre el nivel educativo y las remuneraciones que reciben los integrantes de la población económicamente activa (PEA). La teoría del capital humano, así como la teoría de las capacidades de mercado de Giddens (1979), explican lo anterior ya sea como resultado de los “retornos” a las “inversiones” en capital humano, o como producto de la posesión de calificaciones o “capacidades negociables”. De hecho, el control de habilidades cognitivas, adquiridas principalmente en el sistema educativo, es una de las principales formas de acceder a la clase media en las economías de mercado. No obstante, al analizar los datos del último censo de población para el estado de Hidalgo, encontramos a personas que, a pesar de contar con estudios superiores, viven en familias cuyo ingreso per cápita las coloca por debajo de la línea de pobreza. Este hecho, en apariencia contradictorio, nos motivó a estudiar la inserción laboral de los egresados universitarios del estado, para identificar los factores que pueden ayudarnos a comprender por qué una parte de las personas que cuentan con estudios superiores no acceden a los niveles de ingreso que se esperaría que tuvieran de acuerdo a su nivel educativo.

La inserción laboral de los universitarios

Conocer las ocupaciones y las condiciones de trabajo que realmente tienen los egresados de carreras universitarias es un tema particularmente importante, pues por lo general se parte en forma acrítica del supuesto de que la simple posesión de un título universitario, le permite a su poseedor trabajar como profesionista y ubicarse en la parte alta de la pirámide ocupacional, donde se reciben las mejores remuneraciones. Posiblemente en el pasado esto pudo haber ocurrido, pero en lo últimos años la llamada devaluación de las credenciales educativas ha implicado que muchas personas con estudios superiores deban trabajar sólo parcialmente en ocupaciones relacionadas con lo que estudiaron o incluso trasladarse de lleno a otras actividades, cuyo desempeño no requiere contar con estudios superiores. Si bien esta es una situación que todos conocemos por experiencias de nuestra vida cotidiana, se ha contado con poca información confiable sobre la forma cómo los egresados se incorporan al mundo del trabajo y los estudios institucionales de seguimiento de egresados dan a lo sumo una visión parcial sobre el problema1.
En el presente trabajo tratamos de dar una panorámica general de cómo se insertan en las actividades económicas las personas que cuentan con estudios universitarios en el estado de Hidalgo, aprovechando para ello la detallada información que aporta el último censo de población2. Esto se considera fundamental para entender por qué los títulos universitarios cuelgan ahora también en las viviendas de los pobres.
La plena utilización del capital humano3 corporeizado en las personas, que en este caso se mide mediante la conclusión de estudios universitarios, se da en aquellos casos en que los egresados trabajan a tiempo completo realizando labores para cuyo desempeño se requiere cursar estudios superiores. La subutilización se daría por tanto en aquellos casos de graduados que no trabajan, que laboran a tiempo parcial o que desempeñan ocupaciones para las cuales están sobre educados. La subutilización se daría independientemente de los motivos que la originen. La “inversión” de tiempo, dinero y esfuerzo que la sociedad, las familias y los propios individuos han hecho para “producir” un titulado universitario estará igualmente subutilizada si se trata de un inactivo (que por propia voluntad ha decidido no trabajar) o de un desempleado (que desea trabajar pero no ha logrado colocarse). Lo que cambiaría, claro está, sería la causa por la que dichas inversiones en capital humano están subutilizadas. En un caso se origina en preferencias personales y en el otro en constricciones estructurales ajenas a la voluntad de los individuos. Consideramos que las distintas formas de subutilización del capital humano pueden clasificarse de la siguiente forma:
Subutilización visible: Esta es la forma más clara en que se presenta la subutilización de los recursos humanos calificados. Cuando un titulado universitario no está trabajando, por las razones que fuera, es claro que se está dejando de utilizar una capacidad humana generada mediante el proceso educativo. Se trata de un capital humano corporeizado que no está participando en la actividad económica. En esta situación estarían las personas desempleadas o inactivas.
Subutilización invisible: Una forma más difícil de percibir la subutilización es cuando las personas están incorporadas a la actividad productiva pero en ocupaciones para las cuales están sobre-calificadas o trabajando en su profesión pero a tiempo parcial (subempleados).


En el Esquema 1 se han excluido dos categorías que se incluyen normalmente en la población económicamente inactiva. Los jubilados no se consideraron debido a que son personas que ya estuvieron incorporadas a la actividad productiva y que se han retirado por razones de edad. Por otra parte, no se agrega a los estudiantes como parte de los profesionistas subutilizados, ya que se considera que son personas que aunque cuentan con una carrera universitaria, continúan realizando estudios, generalmente de posgrado, debido en parte a las mismas exigencias del mercado.
Cuando las instituciones de educación superior formulan los planes de estudio de las diferentes carreras, parten del supuesto de que al concluir sus estudios los egresados se incorporarán al mercado de trabajo. Se piensa por ejemplo que los estudiantes de Derecho de hoy serán los abogados de mañana. No obstante, al analizar la inserción laboral de las personas que cuentan con estudios universitarios se observa que sólo un 46% de los mismos trabajan a tiempo completo en ocupaciones para las que se requieren estudios universitarios, mientras que el 54% restante vive diversas formas de subutilización. Un 12% de los que cuentan con estudios superiores no están incorporados a la actividad económica, sea por que se trata de población económicamente inactiva o porque están desempleados. Si bien la tasa de desempleo es baja y el 88% desempeña alguna ocupación, un 17% de los universitarios desempeña actividades distintas a su formación y un 24%, si bien trabaja en actividades relacionadas con su profesión, lo hace a tiempo parcial
Cuadro 1
Condición de Actividad de la Población que cuenta con estudios universitarios el en estado de Hidalgo. Números absolutos y relativos, 2000.




a Se incluye a los graduados que trabajan más de 35 horas por semana en ocupaciones de Profesionales, Técnicos, Educadores, Trabajadores del Arte, Directivos, Jefes de Actividades Productivas y Jefes de Actividades Administrativas, que corresponde a los grupos 11, 12, 13, 14, 21, 51 y 61 de la Clasificación Mexicana de Ocupaciones (en adelante CMO 2000).
b Incluye a las personas que tienen las mismas ocupaciones descritas en “a” pero que trabajan menos de 35 horas por semana.
c Por “Sobre Calificados” se entiende a los graduados que trabajan en ocupaciones distintas a las especificadas en “a”. Se trata de ocupaciones como las de artesanos, obreros, comerciantes, conductores u oficinistas, que en ningún caso requieren de educación universitaria para ejercer la actividad. Fuente: Elaboración propia a partir de: INEGI. Base de Datos del Cuestionario Ampliado del XII Censo General de Población y Vivienda 2000. .

Si consideramos sólo a la PEA ocupada, se observa que un 19.7% ocupa posiciones para las que está sobre calificado, un 27.7% labora en su profesión pero a tiempo parcial y sólo cerca de la mitad (52.6%) trabaja en actividades profesionales a tiempo completo.
Los datos expuestos permiten afirmar que hay una importante subutilización de las inversiones en educación que se han hecho para formar a profesionistas universitarios que, una vez graduados no trabajan o desempeñan actividades distintas a su formación. Una interrogante que surge de inmediato es si esta situación afecta por igual a los egresados de todas las carreras o si hay algunas donde la situación es mejor. La otra gran interrogante es si, a pesar de no conseguir empleo en la profesión que estudiaron, la educación ha significado siempre un mecanismo de movilidad social para los egresados. En otras palabras, ¿permite la educación mejorar los niveles de remuneración de los ocupados aún cuando desempeñen actividades que no requieren contar con credenciales educativas? Estas son algunas de las interrogantes que intentaremos contestar en las páginas que siguen.

La inserción laboral de los egresados de acuerdo a las carreras que estudiaron

Cuando se estudia la inserción laboral de egresados de distintas disciplinas, se hace evidente que las condiciones que enfrentan los universitarios para incorporarse al mundo del trabajo dependen en buena medida de la carrera que estudiaron. Los datos del Cuadro 2 permiten comprender esta situación. En primer lugar destaca el hecho de que no se presentan altas tasas de desempleo entre los egresados universitarios, como lo señalan algunas publicaciones alarmistas de la prensa4. En la mayoría de las carreras las tasas de desocupación oscilan entre 1 y 2.5% y sólo en las disciplinas artísticas es donde se presenta una tasa de 6.8%, sensiblemente mayor a la que se da en el resto de las carreras. Pero más importante aún que el desempleo abierto, son las otras formas de subutilización de la capacidad adquirida en el sistema educativo, que se dan entre los egresados de distintas carreras5 Los que logran trabajar a tiempo completo en actividades relacionadas con la disciplina que estudiaron, son principalmente los egresados de arquitectura, ciencias de la salud e ingenierías, en las que entre un 57 y un 66% ejercen su profesión.
Un segundo grupo lo forman los egresados de Ciencias Sociales, Química, Economía, Administración y ciencias agropecuarias, en las que la proporción de personas plenamente empleadas está en el rango de 47 a 52%. Finalmente, hay un grupo de profesiones en las que la incorporación plena al mercado de trabajo es menor. Sólo entre un 28 y un 42% de los egresados de las carreras de Educación, Biología, Artes, Matemática y Humanidades desempeña a tiempo completo una ocupación afín a sus estudios.
Cuadro 2
Condicion de ctividad de la población que cuenta con estudios universitarios en el estado de Hidalgo según la carrera. Números relativos 2000






Fuente: Elaboración propia a partir de: INEGI. Base de Datos del Cuestionario Ampliado del XII Censo General de Población y Vivienda 2000

Si se analiza en detalle las formas de subutilización, vemos que las carreras del primer grupo son las que tienen las menores proporciones de empleados a tiempo parcial (caso de Arquitectura e Ingenierías) o de personas trabajando en ocupaciones no calificadas (caso de Ciencias de la Salud). Estos son los factores que mayor peso tienen en la tasa de subutilización total, por lo que las carreras del tercer grupo son, en contraste, las que presentan mayores niveles de empleo parcial (casos de Educación, Físico-Matemática, Biología y Artes) y las del grupo intermedio presentan altos porcentajes de egresados que trabajan en ocupaciones para las que están sobrecalificados (casos de Ciencias Agropecuarias, Economía y Administración). Como se ve la situación es compleja. No puede afirmarse con certeza que estudiar una determinada carrera conduzca plenamente al éxito o al desempleo. Hay carreras como las de Educación que tienen una tasa de desocupación muy baja (0.4%) pero una alta proporción (55%) de personas que trabajan menos de 35 horas a la semana.
Si bien la subutilización se presenta en todas la disciplinas, son diversas las formas que adopta. En los casos de Economía, Administración y Ciencias Agropecuarias una pequeña proporción trabaja a tiempo parcial (10% y 13% respectivamente) pero son las carreras en las que un mayor porcentaje de los egresados ocupan puestos para los que están sobre calificados. Las estrategias que adoptan las personas para acceder al empleo pueden originarse en múltiples factores: la flexibilidad de horarios, las posibilidades del ejercicio liberal, la distribución por sexo y edad de los integrantes del gremio y las carreras específicas que se agrupan en cada categoría. No podemos profundizar en este trabajo en cada caso particular, pero sí es necesario hacer algunas observaciones generales.
Las carreras del grupo de “Arquitectura y Diseño” son las que presentan una mayor incorporación al ejercicio profesional, lo cual se aprecia en prácticamente todos los indicadores utilizados. En segundo lugar están las disciplinas de Ciencias de la Salud, en las que el desempleo es muy bajo (0.4%) y muy pocas personas trabajan en ocupaciones de baja calificación. Los que han estudiado ingenierías, tienen también buenas oportunidades de trabajar en su campo, aunque presentan uno de los niveles más altos de incorporación a otras actividades, pues una cuarta parte de los egresados trabajan en ocupaciones para las que están sobre calificados. Un cuarto lugar lo ocupan los que han estudiado Ciencias Sociales, que aunque presentan una baja tasa de desempleo (1.6%) cuentan con niveles moderados de empleo parcial y de sobre calificación. Las Ciencias Químicas están en una situación similar, aunque aquí hay una mayor proporción de personas que no se incorporan al mundo laboral.
El sexto lugar de la lista lo ocupa el grupo que estudió carreras de Economía, Administración y Contaduría, debido principalmente a la alta proporción de egresados que trabajan en otras ocupaciones. Los que cursaron Ciencias Agropecuarias tienen también dificultades para trabajar en su campo y presentan el nivel más alto de trabajo en ocupaciones distintas a las de su formación, casi una tercera parte (32%) de los que cursaron estas disciplinas y pertenecen a la Población Económicamente Activa laboran en actividades para las que están sobre calificados. Un octavo lugar es ocupado por los que estudiaron disciplinas humanísticas, no tanto porque trabajen en otras actividades, sino porque muchos laboran a tiempo parcial. Algo similar ocurre con los físicos y matemáticos, aunque la mayoría trabaja en su campo, un 44% labora menos de 35 horas a la semana.
Los que estudiaron Arte tienen menos oportunidades que los de otras carreras de trabajar en lo que aprendieron. Sólo una tercera parte de los que estudiaron, laboran a tiempo completo en este campo, la mayoría, o bien se emplea a tiempo parcial, o realiza otras actividades, como ya se indicó es, además, el grupo que presenta un mayor nivel de desempleo. Los dos últimos lugares de la lista corresponden a los egresados de Ciencias Biológicas y atmosféricas, así como a los de Educación. En ambos casos lo que permite afirmar que existe una subutilización, es el alto porcentaje de profesionistas que trabajan sólo tiempos parciales, curiosamente los egresados de Educación son los que menos se emplean en actividades distintas a las que estudiaron.

Los ingresos de los universitarios

Existen diferencias importantes en los ingresos que obtienen las personas de acuerdo con la carrera que han estudiado y la forma como se insertan en el mercado laboral. Los que logran emplearse como profesionales de tiempo completo (plenamente empleados) son los que suelen recibir las mejores remuneraciones, las que, por supuesto, son siempre mayores a las de los que trabajan a tiempo parcial (subempleados), la única excepción a esto lo constituyen los egresados de Educación, posiblemente debido a que quienes trabajan menos de la jornada completa lo hacen en el nivel superior, mientras que la mayor parte de los que trabajan a tiempo completo laboran en educación básica.
Existen, por otra parte, importantes diferencias de ingreso entre los profesionales plenamente empleados. Los que estudiaron Ciencias de la Salud son los que reciben mejores remuneraciones. Al comparar con este grupo al resto de profesionales, vemos que las peores retribuciones las reciben los que estudiaron Humanidades y Educación, que ganan cerca de la mitad de lo que reciben los médicos.
Cuadro 3
Ingreso Promedio mensual por trabajo de la Población que cuenta con estudios universitarios en el estado de Hidalgo, por condición de actividad, según carrera. Números absolutos y relativos, 2000.



a En esta columna aparece el resultado de la división del ingreso promedio mensual de los Profesionales de Tiempo Completo (PTC) entre el ingreso medio de los PTC del área de Ciencias de la Salud, que son los que obtienen las mejores remuneraciones.
b Este es el resultado de dividir el ingreso que reciben los egresados que trabajan a tiempo completo en actividades totalmente distintas a su carrera, (SCTP) entre lo que ganan sus colegas que sí ejercen la profesión que estudiaron, también a tiempo completo (PTC).
c Este indicador surge al dividir el ingreso que reciben los egresados universitarios que se dedican a ocupaciones para las que no se requiere contar con educación superior (SCTP) entre el ingreso promedio mensual que obtienen las personas que se dedican a esas mismas ocupaciones pero que cuentan con menos de 16 años de educación formal. En el caso de Hidalgo el ingreso medio de estos trabajadores es de 2,203 pesos al mes, por lo que el indicador resulta de: SCTP/2203. Fuente: Elaboración propia a partir de: INEGI. Base de Datos del Cuestionario Ampliado del XII Censo General de Población y Vivienda 2000.

Esta situación es coherente con lo encontrado en otras investigaciones. En su análisis sobre el salario de los maestros en América Latina, la CEPAL encuentra que en los países analizados “...los profesores de primaria y de enseñanza secundaria obtienen una retribución promedio por año de estudio muy inferior a la de otros profesionales y técnicos asalariados. En Brasil, Panamá, Paraguay y Uruguay es entre 25% y 30% más baja y entre 35% y 50% en Bolivia, Chile y Ecuador” (CEPAL, 1998:128).
Es importante señalar que los grupos analizados son heterogéneos, pues están formados por carreras muy diversas, por lo que, a su interior pueden existir algunas disciplinas que sean mucho mejor remuneradas que otras. No obstante, el Cuadro 3 nos permite contar con una panorámica de las grandes tendencias que se presentan en cuanto a la remuneración de los profesionistas en diversas áreas del conocimiento.
Otro dato importante es que si bien el trabajar en actividades no calificadas significa en muchos casos una disminución del ingreso que se recibiría si se ejerciera la profesión, esto no es necesariamente así en todas las carreras. Es más, en los casos de los egresados de las disciplinas de Economía, Arquitectura, Química y Agronomía se presenta la paradoja de que quienes no trabajan como profesionales ganan incluso más que quienes sí lo hacen. En la mayoría de las carreras, sin embargo, el trabajar en actividades no profesionales significa para las personas un ingreso de entre 45% y 85% de lo que obtendrían si trabajaran en su profesión.
El dato más significativo, sin embargo, es el ingreso que obtienen los egresados universitarios que realizan actividades no calificadas, cuando se les compara con otros trabajadores que desempeñan las mismas ocupaciones, pero que cuentan con una menor preparación académica. La última columna del Cuadro 3 muestra que en la mayoría de los casos, los universitarios que desempeñan ocupaciones para las que están sobre calificados ganan entre el doble y el triple de lo que reciben otros trabajadores que cuentan con menos educación. En el peor de los casos, el ingreso medio de quienes cuentan con educación superior es 37% mayor que el de los trabajadores con un menor nivel educativo.
Las mayores remuneraciones que reciben los profesionales han sido explicadas de diversas maneras. El funcionalismo estructural plantearía que son gratificaciones que el sistema social debe dar a los individuos más competentes para compensar el esfuerzo que hacen en estudiar, garantizando así que se realicen funciones que son importantes para el sistema en su conjunto. Un enfoque weberiano sostendría que los profesionales cuentan con capacidades valoradas en el mercado, lo que les permite acceder a un mayor nivel de ingreso que el que tendrían quienes realizan trabajos que requieren poca calificación. La teoría del capital humano diría que las mayores retribuciones constituyen retornos a las inversiones en educación que hicieron los individuos. Para el caso de América Latina se plantea además una concepción “rentista” de la educación en el sentido que las credenciales educativas constituyen una suerte de título nobiliario que le permite a quien lo posee, tener acceso a mayores remuneraciones independientemente de su desempeño económico6.
Estos aportes teóricos pueden explicar por qué los profesionales obtienen mejores remuneraciones que los trabajadores no calificados, pero en este caso encontramos personas educadas que no ejercen su profesión; son individuos que, aunque cuenten con educación universitaria, desempeñan ocupaciones no calificadas. El contar con credenciales educativas permite entender los mayores niveles de ingreso en aquellas ocupaciones que sólo con esas credenciales se pueden ejercer. Pero en las ocupaciones que no se requiere credencial alguna las diferencias de ingreso tienen otro origen. Pareciera que estamos en presencia de un fenómeno completamente distinto al que origina las diferencias entre los profesionales y los que no lo son. La educación superior no sólo transmite habilidades y conocimientos, transmite también un complejo conjunto de actitudes y valores que algunos autores denominan como los “códigos de la modernidad”:

La competitividad actualmente no se materializa tanto en adquirir conocimientos enciclopédicos o de oficio sino en aprender a aprender, vale decir, incorporar capacidad para generar y procesar información y para adaptarse a los cambios en los procesos productivos (Hopenhayn y Ottone, 2000: 102).

Nuestra hipótesis es que la realización de estudios universitarios suele provocar la adopción de formas de acción social radicalmente distintas a las que caracterizan a amplios sectores no educados de la población, que se orientan por formas de acción tradicional. En términos de Weber diríamos que la educación superior, independientemente de la disciplina y de los conocimientos específicos que transmita, suele provocar la adopción de formas de “acción social racional con arreglo a fines”. La orientación de los individuos según las pautas de la acción instrumental es lo que les permite ser más competitivos cuando se incorporan a actividades distintas a su formación.

Los profesionales pobres

A pesar de las mejores remuneraciones que obtienen los universitarios, aún cuando trabajen en ocupaciones no calificadas, la educación no constituye una vacuna que nos inmunice contra la pobreza. De acuerdo con los datos que arroja el último censo, un 16.5% de los egresados integrantes de la PEA vivían en hogares pobres7, cifra que se eleva a 20.9% cuando consideramos al total de personas con estudios superiores.
Si analizamos al interior del grupo de “profesionales pobres”, se observa que esta situación afecta principalmente a los egresados de las carreras de Educación, Ciencias Sociales y Economía; la probabilidad condicional de ser pobre, dado que se estudió alguna de estas carreras es de 0.231, 0.167 y 0.166 respectivamente. En lo relativo a la condición de actividad, si bien cerca del 60% de los profesionales pobres pertenece a las categorías de subempleados o sobrecalificados, no todos están en esa condición, pues la incidencia de la pobreza se da incluso en personas que trabajan como profesionales de tiempo completo. De acuerdo con los datos del Cuadro 4, el grupo más vulnerable parece ser el de los educadores que trabajan a tiempo parcial.
Cuadro 4
Porcentaje de total de profesionales pobres ocupados, por condición de actividad, según carrera, 2000.



Fuente: Elaboración propia a partir de: INEGI. Base de Datos del Cuestionario Ampliado del XII Censo General de Población y Vivienda 2000

No obstante, el hecho de que la mayoría de los profesionales pobres sean egresados de educación, no significa que la mayoría de los que estudiaron esa carrera estén en condición de pobreza. El fuerte peso que tiene este grupo dentro del conjunto de los pobres se puede originar en que es un grupo numeroso (32% del total de profesionales ocupados).
El Cuadro 5 permite ver con mayor detalle la incidencia de la pobreza al interior del grupo de egresados de una determinada carrera. Como se observa, sólo el 17% de los que estudiaron educación viven en familias pobres, proporción que es mucho mayor entre los de otras disciplinas como Ciencias Sociales y Ciencias Agropecuarias.
Cuadro 5
Porcentaje de total de profesionales sobre el total de profesionales ocupados, por condición de actividad, según carrera, 2000.




Fuente: Elaboración propia a partir de: INEGI. Base de Datos del Cuestionario Ampliado del XII Censo General de Población y Vivienda 2000

Se da el caso de egresados que trabajan en ocupaciones que si bien requieren formación universitaria, no necesariamente consisten en el ejercicio directo de su profesión. Hay por ejemplo, médicos, abogados o ingenieros que trabajan como profesores y muchos otros profesionales que laboran en puestos directivos o de supervisión. Es por ello que parece importante no sólo ver las carreras que las personas han estudiado, sino también las ocupaciones que están desempeñando. El Cuadro 6 deja ver claramente que el grupo ocupacional más afectado por la pobreza es precisamente el de los trabajadores de la educación, en el cual se incluye tanto a egresados de esa disciplina como a los de otras carreras pero que trabajan como docentes. Esto parece reforzar la hipótesis de que los egresados que se dedican al campo educativo son los más vulnerables a caer en situación de pobreza, dado que son los que reciben las remuneraciones más bajas y los que representan el principal grupo al interior de los profesionales pobres, tanto al analizar las carreras estudiadas como las ocupaciones que se desempeñan.

Cuadro 6
Porcentaje de total de profesionales pobres ocupados en labores relacionadas con su formación, por condición de actividad, según carrera, 2000.




Fuente: Elaboración propia a partir de: INEGI. Base de Datos del Cuestionario Ampliado del XII Censo General de Población y Vivienda 2000

Esto nos permite concentrar nuestra atención en los profesionales que laboran como trabajadores de la educación, que si bien no es el único grupo, sí es el más numeroso. Un primer aspecto es que no todos los educadores están en condición de pobreza, de hecho vimos que incluso la proporción de pobres al interior del grupo de egresados de educación es menor al que se presenta entre otros egresados. ¿Por qué algunos educadores viven en hogares pobres y otros no? Los datos del Cuadro 7 permiten inferir que es una particular combinación de factores los que llevan a que los trabajadores de la educación sean vulnerables a la pobreza. Un factor importante es el monto de los ingresos por concepto de trabajo que reciben los educadores. Quienes pertenecen a familias pobres reciben una remuneración por hora menor, debido posiblemente a que cuentan con menos experiencia o a que trabajan en condiciones laborales más precarias, en forma interina y con menos prestaciones. Los educadores pobres ganan aproximadamente tres salarios mínimos, lo que equivale a 2.54 líneas de pobreza (LP) en el medio urbano y a 3.91 LP en la zona rural. Para que una familia viva sobre la línea de pobreza, considerando sólo este ingreso, debe tener a lo sumo entre dos y tres personas. Pero como vemos el tamaño medio de los hogares de los maestros pobres es de seis personas. Por otra parte, la familia de un maestro podría superar la condición de pobreza si cuenta con un mayor número de perceptores o con otras fuentes de ingreso adicionales al salario del educador. Como puede verse, en las familias no pobres cuentan con ingresos adicionales que representan el 47% de los ingresos totales del hogar, mientras en los hogares pobres este tipo de ingresos extra sólo constituye cerca del 26% de los ingresos familiares.

Cuadro 7
Indicadores sobre los ingresos personales y familiares de trabajadores de la educación del estado de Hidalgo, que cuentan con estudios universitarios según condición de pobreza, 2000.




Fuente: Elaboración propia a partir de: INEGI. Base de Datos del Cuestionario Ampliado del XII Censo General de Población y Vivienda 2000

En consecuencia los principales factores que inciden para que las familias de los educadores vivan en condiciones de pobreza son:

a) Un menor ingreso por trabajo que se origina en las bajas remuneraciones que reciben por unidad de tiempo y no tanto porque trabajen menos tiempo.
b) Una menor cantidad de ingresos adicionales al salario del educador, que puede originarse en un menor número de perceptores o en la ausencia de fuentes alternas de ingreso (rentas, intereses, becas, etc.).
c) Un mayor tamaño del hogar, que implica que el ingreso per cápita se reduzca drásticamente.

Cuando se obtienen los indicadores anteriores para el conjunto de los profesionales, los resultados son muy similares, aunque las cifras varían la situación es en esencia la misma, lo que nos lleva a concluir que los aspectos mencionados: bajos ingresos por trabajo, un tamaño de hogar grande y pocas fuentes de ingreso adicional, son los principales factores que inciden en la vulnerabilidad de los profesionales a la pobreza.
Cuadro 8
Indicadores sobre los ingresos personales y familiares de miembros ocupados de la PEA del estado de Hidalgo, que cuentan con estudios universitarios y desempeñan funciones relacionadas con su carrera, según condición de pobreza, 2000.




Fuente: Elaboración propia a partir de: INEGI. Base de Datos del Cuestionario Ampliado del XII Censo General de Población y Vivienda 2000
Es importante destacar que ninguno de estos factores por sí mismo explica completamente la pobreza, sino la particular combinación con que se presentan. Por ejemplo se puede tener un ingreso bajo, pero si el hogar es pequeño, no caerá bajo la línea de pobreza. Un hogar grande, por su parte, no siempre implica que la familia será pobre. Depende de la composición por edad. En un hogar grande pueden haber varias personas que trabajen, por lo que el ingreso total del hogar puede aumentar y contar con ingresos suficientes para no ser considerado como pobre. Lo importante de destacar es que hay un grupo importante (14% de los egresados ocupados que ejercen actividades profesionales) que no gana lo suficiente para mantener a una familia de cinco miembros. El ingreso mínimo requerido para que una familia de ese tamaño esté fuera de la pobreza es de $5,719M.N. (5LP). Esa sería la cantidad mínima que debería ganar mensualmente un profesional, suponiendo una familia tradicional con un sólo perceptor, para estar fuera de la pobreza. Pero, como hemos visto, el salario promedio de los profesionistas pobres es de sólo $3,575M.N, lo que coloca a su familia en condiciones de pobreza cuando no hay otros perceptores (por ejemplo que el cónyuge trabaje) u otras fuentes de ingreso (como tener un negocio propio, una ocupación adicional o recibir ingresos por concepto de rentas, intereses, remesas, etc.).

Conclusión

La educación constituye sin duda uno de los más importantes mecanismos de movilidad social y un instrumento en el que se tienen cifradas grandes esperanzas, debido a su potencial para promover sociedades democráticas y equitativas, que puedan insertarse exitosamente en las nuevas condiciones que se viven en una economía globalizada y en lo que cada vez se perfila con más claridad como la sociedad de la información y el conocimiento.
Todo esto ha llevado a que la educación adquiera una creciente importancia, no sólo por la necesidad de promover la cultura, sino porque se reconoce como uno de los motores fundamentales del desarrollo económico a mediano plazo. No obstante, los enormes esfuerzos que se hacen en la formación de capital humano no siempre tienen el efecto esperado. Existe una importante subutilización de recursos humanos que, luego de pasar por un largo y costoso proceso educativo, no encuentran empleo en las actividades para las cuales se formaron. Esto implica costos para el Estado, que financia parte de la educación superior, para las familias, que deben restringir sus gastos para financiar la educación de sus hijos y para los jóvenes, que deben invertir tiempo y dedicación. Pero, más allá de los cálculos económicos, la subutilización de los profesionales tiene un costo social y psicológico: la sensación personal de frustración cuando el joven egresado no logra alcanzar las expectativas por las que ha luchado y la percepción de que vivimos en sociedades en las que el éxito no tiene relación con la capacidad o el esfuerzo individual, sino con estructuras de poder que distribuyen recompensas de acuerdo a criterios que no toman en cuenta el desempeño personal.
Al contrario de lo que indica el sentido común, y de lo que puede ocurrir en otro tipo de sociedades, en el caso estudiado la falta de oportunidades no se expresa en un desempleo masivo de titulados universitarios, sino en formas menos evidentes de lo que hemos llamado la subutilización invisible. Esto es, formas de subempleo y de trabajo en ocupaciones para las que se está sobre calificado; y no podría ser de otra forma, si se considera el hecho de que no existen mecanismos de seguridad social que le permitan a alguien estar desempleado durante mucho tiempo. La persona no puede esperar hasta que aparezca el empleo que quiere, sino tomar el primero que le permita generar ingresos.
A pesar de que desde el punto de vista social no se emplea plenamente la capacidad de los recursos humanos que se han formado, desde una perspectiva individual la educación continúa siendo un mecanismo para acceder a mayores ingresos, aún cuando no se trabaje en la profesión que se estudió. Las remuneraciones que obtienen los egresados universitarios son sensiblemente mayores a las que reciben las personas que no han estudiado, independientemente de la actividad que realicen, lo cual refuerza la idea de que, a pesar de todo, la educación continúa siendo importante como mecanismo de movilidad social. Los egresados han mejorado sus ingresos pero no por las vías esperadas, pareciera que la necesidad, madre de la creatividad, impulsa formas inéditas de movilidad social, que podrían estar escapando a la capacidad de interpretación que tenemos con nuestros actuales marcos analíticos.
No obstante, el impacto positivo que la educación tiene, independientemente de si se ejerce o no la carrera estudiada, hay un grupo importante de profesionales que aunque se desempeñan como tales, reciben remuneraciones tan bajas que, cuando esta situación se conjuga con otros factores como un tamaño grande del hogar y la ausencia de fuentes alternas de ingreso, la familia del profesional es vulnerable a caer en la pobreza. Esta situación afecta a todos los profesionales pero se manifiesta con particular claridad en los trabajadores de la educación, que es el grupo ocupacional más numeroso, el que recibe remuneraciones más bajas y uno de los que tiene más peso en el conjunto de los profesionales pobres. Este caso es un doloroso ejemplo de que si bien la educación continúa siendo un mecanismo de movilidad, la depreciación de las credenciales educativas está llevando ya a que algunos profesionales vivan en condiciones de pobreza, lo cual llama la atención sobre los límites de la ampliación indiscriminada de la oferta educativa como mecanismo de movilidad social.

Referencias

Banamex (1998). México social. 1996-1998 Estadísticas seleccionadas, México, Grupo Financiero Banamex-Accival.
Borón, Atilio y Carlos Torres(1995). “Educación, pobreza y ciudadanía en América Latina”, en Enrique Pieck y Eduardo Aguado. Educación y pobreza. De la desigualdad social a la equidad, México, UNICEF y El Colegio Mexiquense.
Canudas, Rocío (2000). Capital humano: concepto emergente de la ruptura de tres paradigmas, Ponencia presentada al Tercer Congreso de Sociología del Trabajo, Puebla, Universidad Iberoamericana.
CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) (1998). Panorama social de América Latina, 1997, Santiago de Chile, CEPAL.
CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) (1999). Panorama social de América Latina, 1998, Santiago de Chile, CEPAL.
Fernández, Leticia (2000). Los jóvenes universitarios y el acceso al mundo del trabajo, Ponencia presentada al Tercer Congreso Nacional de Sociología del Trabajo, Puebla, Universidad Iberoamericana.
Giddens, Anthony (1979). La estructura de clases en las sociedades avanzadas, Madrid, Alianza Universidad.
Hopenhayn, Martín y Ernesto Ottone (2000). El gran eslabón. Educación y desarrollo en el siglo XXI, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica.
Ortiz, Assael (1999). Información sociodemográfica, proyecciones de población y proyecciones derivadas para la región Hidalgo, Puebla y Tlaxcala, 1990-2030, Pachuca, Sistema de Investigación Ignacio Zaragoza, Centro de Estudios de Población Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.
Rama, Germán (1995). “La educación y los cambios en la estructura social de América Latina”, en José Luis Reyna (Compilador). América Latina a fines de siglo, México, Fondo de Cultura Económica.
Rico, José Luis (2000). “Fábrica de desempleados. Nuevos abogados saturan mercado de profesionales”, El Sol de Hidalgo, 13 de abril.

1 Los estudios de egresados suelen partir de una visi ón micro. A las instituciones que realizan los estudios les preocupa fundamentalmente cuál ha sido el desempeño que sus propios egresados han tenido en el mercado laboral. Les interesa, asimismo, los comentarios que los empleadores hacen sobre la formación de sus profesionales a fin de introducir mejoras curriculares. Estos estudios suelen hacerse en forma independiente para cada carrera y en distintos periodos, pero en ningún caso se cuenta con una visión general del problema que permita conocer, por ejemplo, cuál es la situación laboral de todos los egresados de una determinada disciplina (y no sólo de los que estudiaron en una institución), o comparar si los niveles de desempleo son mayores en algunas carreras que en otras, etc. La información sobre carreras universitarias cursadas, años de estudio, grados académicos y situación ocupacional de los entrevistados, que se recogió en el cuestionario ampliado del censo de población del año 2000, permite conocer en detalle la inserción laboral de los egresados y realizar múltiples comparaciones entre los mismos«volver«.

2 El universo de nuestro estudio son todas las personas residentes en el estado de Hidalgo que hayan estudiado una carrera a nivel de licenciatura, maestría o doctorado y cuenten al menos con cuatro años de estudios universitarios. Los datos que se analizan en el presente trabajo provienen del “cuestionario ampliado” de la encuesta por muestreo que se aplicó en el censo de población de 2000 (INEGI, 2001). Para las personas familiarizadas con los procedimientos de cómputo, el universo se definió mediante el siguiente filtro: “Select if nomcar_c >= 3111 & nomcar_c <= 6990 & escoacum >= 16”. Donde “nomcar_c” es la variable “nombre de la carrera”, es este caso se incluye a personas que han cursado carreras profesionales (códigos 3111-49990) o que cuentan con maestría o doctorado (códigos 5110-6990). “escoacum” es la variable “Escolaridad Acumulada”. En este caso se seleccionaron personas que contaran con 16 o más años aprobados en la educación formal. «volver«

3 El concepto de “capital humano” se refiere al conjunto de capacidades humanas que, además de formar parte del bienestar económico de la población, son útiles en el momento de la producción (Canudas, 2000: 6). Existen muchas definiciones de este concepto, en el presente trabajo utilizamos el adoptado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD) la cual lo considera como “el conocimiento, las habilidades, competencias y otros atributos corporeizados en los individuos que son relevantes para la actividad económica” (Citado por Canudas, 2000:7). Siguiendo la forma como este concepto ha sido operacionalizado para efectos de medición, utilizamos como indicador de la acumulación de capital humano el nivel de escolaridad. Estudiaremos en particular, en el presente documento, a las personas que cuentan con estudios universitarios, por considerar que se trata de una variable que puede dar una idea de la forma como el capital humano se distribuye al interior del estado. «volver«

4 “Fábrica de desempleados” es el título de primera plana, a ocho columnas, que el diario El Sol de Hidalgo da a una noticia sobre la formación de abogados en el estado (Rico, 2000:1). «volver«

5 Para efectos de análisis se utilizan los grupos definidos en el catálogo de carreras del censo de 2000, sumando en cada caso los egresados de licenciatura, maestría y doctorado. Las carreras específicas que se incluyen en cada grupo son las siguientes: Arquitectura y Diseño: Arquitectura, Urbanismo, Diseño Industrial y Diseño Gráfico. Biología y Meteorología: Biología, Biotecnología, Ecología, Ciencias del Mar y Meteorología. Ciencias Agropecuarias: Agronomía, Veterinaria, Ingeniería Forestal e Ingeniería Pesquera. Ciencias de la Salud: Medicina, Odontología, Enfermería, Nutrición e Ingeniería Biomédica. Ciencias Humanísticas: Filosofía, Historia, Antropología, Literatura e Idiomas, Psicología, Teología y Religión. Ciencias Químicas: Química, Farmacia y Bioquímica. Ciencias Sociales: Sociología, Trabajo Social, Demografía, Ciencias Políticas, Administración Pública, Relaciones Internacionales, Comunicación, Derecho y Geografía. Disciplinas Artísticas: Artes Plásticas, Música, Danza, Teatro y Cine. Economía y Administración: Economía, Administración, Contaduría, Turismo, Biblioteconomía y Mercadotecnia. Educación: Preescolar, Primaria, Secundaria, Normal y Pedagogía. Ingenierías: Civil, Metalúrgica, en Minas, Petrolera, en Computación, Eléctrica, Mecánica, en Transportes, Topográfica, Geológica y Aeronáutica. Física y Matemáticas: Matemática, Actuaría, Estadística, Física, y Astronomía. «volver«

6 De acuerdo con Germán Rama: “El conocimiento y la educación pasaron a ser consideradas como una ‘renta’ y no como una actividad de producción social cuya consecución reclamaba importantes ‘inversiones’ colectivas e individuales y de un know how propio de una institución especializada: la educación” (Rama, 1995:225). Fuente: Elaboración propia a partir de: INEGI. Base de Datos del Cuestionario Ampliado del XII Censo General de Población y Vivienda 2000. «volver«

7 La distinción entre “pobres” y “no pobres” se hizo de acuerdo al método de la Línea de Pobreza. Se usó la línea de pobreza construida por la CEPAL (1999: 53) para México, que se define como un ingreso per cápita de US$120.4 para las áreas urbanas y U las áreas urbanas y US$78 para las áreas rurales. Se definieron como urbanas las localidades con más de 20,000 habitantes y se consideró únicamente a la población con ingreso conocido. El ingreso per cápita se calculó a partir de los ingresos totales del hogar divididos entre el número de integrantes del mismo. Los ingresos no se ajustaron por imputaciones de ingreso equivalente por vivir en casa propia, ni se corrigieron por cuentas nacionales ni por ningún otro método. «volver«

. se aceptan colaboraciones
Análisis Temático

Mario Rueda Beltrán
Presentación

Alejandro Canales
Edna Luna
¿Cuál política para la docencia?

Frida Díaz Barriga
Marco Antonio Rigo

Realidades y Paradigmas de la Función Docente: Implicaciones sobre la Evaluación Magisterial en ducación Superior

Benilde García Cabrero
La Evaluación de la Docencia en el Nivel Universitario: Implicaciones de las Investigaciones acerca del Pensamiento y la Práctica Docentes

Mario Rueda Beltrán
Leticia Elizalde Lora
Alma Delia Torquemada González
La Evaluación de la Docencia de la Docencia en la Universidades Mexicanas

José María García Garduño
Los Pros y los Contras del Empleo de los Cuestionarios para evaluar al Docente

Edna Luna Serrano
Maria Consuelo Vañlle Espinoza
Guadalupe Tinajero Villavicencio
Evaluación de la Docencia: Paradojas de un Proceso Institucional

María Isabel Arbesú García
Javier Loredo Enríquez
Miguel Monroy Farías
Alternativas Innovadoras en la Evaluación de la Docencia

Ensayos
Luis Alberto Malagón Plata
La Pertinencia en la Educación Superior: Elementos para su comprensión

Reformas e Innovaciones
Yolanda Marín
Implicaciones para la Práctica Educativa en las Escuelas que adoptan en aprendizaje basajo en Problemas
Mirador
María de Jesús Martínez U.
"Seamos Realistas Pidamos lo imposible": Acciones eactivas de los Estudiante ante la universidad Española
A Estados del Conocimiento
Hernán Sorgentini
La Universidad Cautiva
 
Información para Colaboradores